«A xente da Terra Chá é boa, acolledora, aberta e bastante relixiosa»

Xosé María Palacios Muruais
Xosé María Palacios VILALBA/LA VOZ.

LUGO

El sacerdote, natural de Belesar, reconoce que los cambios generan que incluso en la zona rural «cada un vai ao seu»

21 ago 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

«Non canta na Chá ninguén». El verso de Manuel María, popularizado luego al ser convertido en canción por Fuxan os ventos, vale para describir el ambiente del atrio de la iglesia de Belesar, en el que, sin embargo, un observador atento podría percibir el rumor del frondoso arbolado que parece un verde telón de fondo.

El que aparece en este escenario conoce bien muchos cantos de la Terra Chá, pues cantores de la comarca fueron poetas que pasaron por el Seminario de Mondoñedo y cuya obra estudió y recopiló Félix Villares. Ese centro tampoco le es ajeno, puesto que con once años entró como alumno e inició un vínculo que aún se mantiene.

En aquel 1958 ingresaron 64 alumnos, pero solo tres acabaron ordenándose. El final de los sesenta y el comienzo de los setenta fueron años convulsos, en los que, explica Villares, se notaron las consecuencias del mayo francés: «Influíu en todo», dice.

¿Sentía ya la vocación siendo niño? Más bien explica que ese «é un proceso longo, de discernimento». Ese proceso empezó, pues, a fraguarse en Vilanova de Lourenzá, cuyo monasterio albergaba entonces el Seminario Menor, y acabó con la ordenación, que tuvo lugar en la iglesia de su Belesar natal y que presidió el obispo Araúxo Iglesias.

No parece que cambiar Terra Chá por A Mariña representase en aquel tiempo una gran transformación. Convivía con jóvenes de otros lugares de la diócesis; pero matiza que «daquela había menos sensación do que eran as comarcas», y subraya que tuvo mayor repercusión su estancia en Salamanca, donde acabó los estudios, para tomar conciencia de que era gallego y de lo que eso representaba.

En cualquier caso, igual o algo diferente de otra, Villares dice que «a xente da Terra Chá é boa, acolledora, aberta...»; e incluso le atribuye otro rasgo, «bastante relixiosa». ¿Era así o sigue siendo, sobre todo en lo relacionado con esa última característica? Villares cree que «en xeral» se mantiene vigente ese perfil.

Adiós a la siega tradicional

Que haya habido otros cambios es algo inevitable. Al lado de la iglesia no hay un camino sino una carretera asfaltada, y si pasa un vehículo, no será un carro cuyo eje canta como en el musicalizado verso de Manuel María sino un turismo o un tractor. ¿Transformaciones? Oigamos a Villares: «Iso de virar a herba como se viraba antes, iso de segar con gadaña... Cambiou moito, todo hai que dicilo», explica.

No son solo esos los únicos cambios registrados en zonas rurales: «Antes, se morría alguén, os veciños mobilizábanse. Hoxe -afirma- cada un vai ao seu». ¿Qué más cambios habrá? «Iso é máis difícil de dicir», comenta con una sonrisa. Por otro lado, advierte que ya ahora se notan otras transformaciones: «Hoxe viste igual un rapaz de Belesar ca un de Vilalba, de Madrid ou de Nova Iorque», dice.