El mal tiempo ha condicionado los entrenamientos de los rojiblancos en los últimos meses, en los que ha tenido que cambiar de estadio para salvaguardar el Ángel Carro
22 ene 2010 . Actualizado a las 12:26 h.Hace poco más de dos meses, el Lugo perdía su último partido. Sucedió en casa ante el Racing de Ferrol, en un Ángel Carro del que los futbolistas salieron sudando barro. Aquello fue el máximo exponente de un problema que ha condicionado a los rojiblancos hasta hoy, cuando parece que el pasto del coliseo de la vera del Miño (con mucha arena de por medio) recupera no tan viejos verdores. Por aquel entonces, imposibilitados para entrenar en su feudo, comenzaron un peregrinaje que les ha llevado por diferentes estadios de la ciudad.
Las abundantes lluvias del final del otoño dieron paso a las primeras heladas y a la nieves de un invierno temprano. El Ángel Carro no daba abasto y había que tratarlo con mimo, aparte del riesgo de lesiones que se cernía sobre los futbolistas en una superficie tan inestable. La primera opción de los de Setién consistió en realizar las sesiones de campo en el Mundial 82, el estadio de césped natural de O Ceao. Resultó habitual verlos allí, hasta que los continuos aguaceros también lo anegaron. Un nuevo lugar vetado. El último recurso, los recintos de hierba artificial que abundan en la ciudad.
«Por lo menos hay alternativa»
«Por lo menos tenemos un lugar alternativo donde entrenarnos», decía Quique Setién cuando se le mencionaban los perjuicios que ocasionaba tanto cambio en el equipo. Un trabajo programado para el Ángel Carro terminaba celebrándose en As Gándaras, donde las sesiones gozaban de más público, con los chavales de los diferentes equipos de la ciudad que también se ejercitaban en esas instalaciones municipales como espectadores.
Lo peor de todo, los condicionantes que crea la superficie artificial. Mucho más dura, cambia el bote y la velocidad de rodadura del balón, y también el sufrimiento de las articulaciones de los jugadores. «Hay que adaptarse, a ver si poco a poco podemos utilizar más nuestro campo», se resigna el mediocentro Marcos Rodríguez. La contrapartida postiva: sesiones mucho más limpias.
Hasta esta semana no ha podido comenzar el Lugo a utilizar de forma habitual el Ángel Carro. La semana pasada, alguna de las sesiones se efectuó aún en A Cheda, y en ellas Setién hizo un especial hincapié en las jugadas a balón parado, en la estrategia. El trabajo táctico, debido a las dimensiones más reducidas de estos campos, también se encorseta, como reconoce el técnico.
El colmo
El colmo coincidió con los tres días de nevadas de principios de enero. Un viernes, los jugadores ni siquiera pudieron llegar al campo, con Lugo blanco. Alguno, como Cristóbal Juncal, incluso sufrió un ligero percance con su coche (un patinazo a baja velocidad le llevó a chocar contra una farola). La sesión, matutina concluyó con una sesión de vídeo en una cafetería cercana a los domicilios de buena parte de la plantilla. El fin de semana lo hizo con el aplazamiento del partido que debían disputar en Miranda de Ebro, pues el campo del Mirandés había amanecido el sábado 12 de enero bajo un manto de más de 50 centímetros de nieve.