El valioso rastro del oso cavernario

CIENCIA

Los investigadores resaltan el especial interés científico del yacimiento paleontológico encontrado recientemente en la Cova de Ceza, en O Courel

13 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El hallazgo de un buen número de restos de oso cavernario en la Cova de Ceza, en O Courel, supondrá una importante ayuda para avanzar en el conocimiento del medio ambiente prehistórico y las transformaciones del clima en el noroeste peninsular, según los especialistas del Instituto Universitario de Xeoloxía da Coruña que estudian este yacimiento. En la cueva -donde ya se encontraron antes otros vestigios de esta misma especie, Ursus spelaeus - fueron halladas recientemente 26 piezas óseas pertenecientes a varios ejemplares machos y hembras de diversas edades. Los análisis realizados con el método del carbono 14 les han asignado una antigüedad de entre 35.000 y 38.000 años. La paleontóloga Aurora Grandal, que estudia estos fósiles, señala que el yacimiento -que será investigado con más profundidad- «puede aportar datos muy interesantes sobre las poblaciones gallegas del oso cavernario y sobre la biogeografía de la zona y por lo tanto ayudará a estudiar la evolución del medio ambiente durante los últimos milenios del Pleistoceno».

La importancia de las investigaciones sobre esta especie extinguida, continúa la científica, reside sobre todo en el hecho de que es la que se encuentra con más abundancia en la montaña gallega y de que resulta muy adecuada para estudiar las alteraciones bioclimáticas durante un largo período de la prehistoria. «El interés del estudio del oso cavernario como especie es hasta cierto punto limitado, pero compaginándolo con otras investigaciones puede ayudar a hacer una reconstrucción muy amplia del pasado y permite tener un punto de referencia para saber cómo se produjeron los cambios climáticos y conocer la intensidad que tuvieron», explica. «Como hay muchos yacimientos de osos cavernarios en diversas zonas de Europa, además, comparar unos con otros nos puede servir para trazar un panorama muy extenso de estos procesos», añade.

Un hecho de especial interés a consiste en que -según se deduce de las investigaciones realizadas hasta ahora- los osos cavernarios cambiaban de hábitat dependiendo de las fluctuaciones del clima. «En los período más cálidos de la última glaciación ocupaban las zonas altas de la montaña y cuando el frío se hacía más intenso se desplazaban a tierras más bajas, huyendo de la influencia de los glaciares y buscando los lugares donde les era más fácil encontrar alimento», explica Grandal. Los ejemplares de la Cova de Ceza, que está a más de mil metros de altura, parecen haber vivido en una de esas etapas más cálidas. En cambio, los numerosos restos de esta especie que se localizaron en Cova Eirós (Triacastela) corresponden probablemente a un período más frío y también más reciente, ya que el carbono 14 determinó que estos ejemplares vivieron hace entre 30.000 y 25.000 años.