Cinco bodegas y toda una feria

LUGO

La Cata do Viño de Vilachá hace valer el gancho de sus bodegas ante las grandes cifras de otras fiestas de la Ribeira Sacra

04 may 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Cinco bodegas parecen pocas para sostener una feria, pero en Vilachá de Salvadur lo consiguen. La Cata do Viño de esta parroquia de A Pobra do Brollón cumplió ayer dieciocho años sin síntomas aparentes de agotamiento, a pesar de que es probablemente la que se celebra con menor soporte industrial. Vilachá tiene solo tres bodegas dadas de alta en la denominación de origen y unas pocas más con producción que deje un excedente que vender el día de la cata. Lo que no tiene ninguna de las otras ferias de la Ribeira Sacra es un conjunto de bodegas de piedra al paso de un regato y a la sombra de un pequeño bosque de robles como la que todos los años por estas fechas se llena de visitantes en Vilachá.

Esta vez se echó en falta alguna bodega abierta más entre las treinta que forman este conjunto único, quizás porque este año la producción ha sido menor y a alguno solo le ha alcanzado para el autoconsumo y poco más. En todo caso, las cinco que pusieron vino y pinchos estuvieron llenas todo el día. «O certo é que cada ano temos máis xente», decía ayer el alcalde de A Pobra, José Luis Maceda. Admite que llevan años teniendo suerte con el tiempo, pero aporta otra explicación: «Esta feira ten un ambiente case familiar, e a xente que atende as adegas fai sentir a calquera como na casa».

Especialmente atento a la clientela estaba ayer José Antonio González Gallego, de Casa Tristo, que acaba de terminar la restauración de su bodega y quiere aprovecharla para algo más que para quedar con los amigos algún domingo y parar vender vino, raciones y camisetas de recuerdo una vez al año. «Somos catro socios e estamos mirando a maneira de abrir a adega máis ou menos permanentemente», explica. Esa es la idea, pero empezarán con poco; abrirán durante las fiestas de la parroquia y quizás algunos días más en verano.

Hay que ir por algo

Todo dependerá de la demanda que tengan, porque una cosa es vender mucho vino el día de la cata y otra tener movimiento suficiente para que compense abrir, por ejemplo, todos los fines de semana. Porque en Vilachá no se puede parar yendo de paso hacia ningún sitio. Allí hay que ir por algo. Los cientos de personas que ayer pasaban de una bodega a otra a última hora de la manaña componían la masa humana típica de las fiestas gastronómicas: familias enteras con raíces en la parroquia, grupos de amigos procedentes de las localidades de la comarca con muchos litros encima y también algunos debutantes de fuera. Entre los turistas , ayer llamaban especialmente la atención un grupo de más de treinta jóvenes con camisetas de fútbol de rayas azules y blancas. Hubo quien los confundió con seguidores del Deportivo, pero en realidad venían de San Miguel de Reinante, en Barreiros, y se preparaban en Vilachá para animar a su equipo, el Iberia, que por la tarde se jugaba la permanencia en la segunda autonómica en O Saviñao ante el Escairón.

Más en casa estaba el encargado del pregón de este año. Helio Mariano Rodríguez, Picho, es natural de Vilachá, pero preside el Foro Galego de Barcelona, la ciudad en la vive de vender vino, licores y otros productos de esta zona. En el palco del campo de la fiesta, rodeado de representantes políticos de los tres principales partidos y de otros ayuntamientos de la comarca, prometió brevedad y claridad y ofreció a la concurrencia un pregón lleno de humor y referencias a su infancia en los montes y las bodegas de Vilachá.