Veitisiete víctimas de maltrato recibieron ayuda psicológica de la Xunta el año pasado en Lugo

LUGO

28 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Veintisiete mujeres lucenses víctimas de maltrato recibieron el año pasado apoyo psicológico para afrontar la situación y reforzar su autoestima a través de un programa puesto en marcha por el servicio de Igualdade de la Xunta en colaboración con el Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia. La cifra estuvo a punto de duplicar la del 2007, cuando fueron atendidas 14 mujeres. En este sentido, el coordinador del proyecto, el psicólogo Manuel Lopo, destacó ayer que a lo largo del 2008 la iniciativa -comenzó a funcionar en el 2004- se dio «máis a coñecer» entre el Sergas y las administraciones judiciales; y de ahí el aumento en el número de usuarias.

Con todo, reconoció que todavía hay mucha gente que desconoce este servicio, al que tienen derecho mujeres mayores de edad residentes en Galicia que hayan presentado denuncia por violencia doméstica o que dispongan de una orden de protección. A veces también llegan mujeres derivadas por la Secretaría Xeral de Igualdade sin denuncia previa.

En la provincia de Lugo forman parte del programa cinco psicólogos: 4 en la capital amurallada y 1 en Monforte. En la zona de A Mariña no hay ninguno. Cada usuaria tiene derecho a diez sesiones gratuitas -subvencionadas por la Xunta-, «ampliables en caso de necesidade», como señaló Lopo, quien detalló que el perfil de las víctimas es totalmente heterogéneo: «Non hai unha idade, nin un estrato social, cultural nin económico determinado; o maltrato pódelle afectar a calquera muller».

Consecuencias psicológicas

En lo que sí hay coincidencia, según sostuvo la psicóloga lucense Isabel Flórez, adherida a la iniciativa desde el inicio, es en las consecuencias psicológicas con que las usuarias llegan a las consultas. Estrés postraumático, estados «disociativos» -se trata de un mecanismo psicológico de defensa que aleja del conocimiento consciente vivencias traumáticas, ideas o sentimientos-, trastornos de ansiedad, depresión, trastornos afectivos, trastornos de alimentación, alcoholismo o adicciones son algunas de ellas.

En casos extremos hay riesgo de suicidio y de homicidio; y en la mayoría, «riesgos de volver a sufrir el abuso en el futuro». «Lo que lleva a la denuncia es un suceso, pero detrás siempre hay una historia que incluso la víctima minimiza: 'Me insultaba cuando no le tenía la comida lista, pero no me pegaba hasta que...', ejemplificó Flórez.