El peor sitio para torcerse un tobillo

LEMOS

Un helicóptero tuvo que rescatar a un obrero que sufrió un esguince tras una caída en el fondo de la escarpada garganta del Búbal y justo bajo una línea de alta tensión

30 ene 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Hicieron falta casi cinco horas y un helicóptero de rescate marítimo para sacar ayer a Julio Santeiro Pereira del fondo de la garganta del río Búbal. Este operario del Ayuntamiento de Carballedo trabajaba por la mañana junto con dos compañeros en la reparación de una avería de una traída de aguas cuando resbaló en lo alto de una roca. En realidad, se podría decir que tuvo suerte, porque fue una caída de cinco metros de altura y el golpe podía haber tenido peores consecuencias. Aparentemente, solo sufrió un esguince en un tobillo, una fuerte contusión en la cadera y una pequeña herida en la mejilla. El caso es que no se podía poner de pie, y era impensable sacarlo cojeando o en camilla porque para llegar allí es preciso salvar con cuerdas pendientes casi verticales.

El grupo estaba en el tramo alto del Búbal, que en esa zona discurre sobre un fondo rocoso con rápidos y pequeñas cascadas. Para llegar allí tuvieron que andar un buen rato, porque en coche solo se puede llegar hasta la aldea de Lama, en la parroquia de Oleiros y a más de un kilómetro del lugar del accidente. Allí está la toma de la traída de A Granxa, el barrio de Os Peares que pertenece a Carballedo. Las últimas crecidas la habían tupido y los vecinos estaban sin agua en sus casas.

Ellos llegaron a las nueve y media y el accidente ocurrió poco antes de las doce. Ya estaban acabando el trabajo. El herido arrastró en su caída a otro de sus compañeros, pero él tuvo más suerte y salió ileso. «Asusteime porque a caída foi tremenda e porque cando fun canda Julio estaba pálido e tremía tanto que parecía que tiña convulsións». Lo cuenta el tercer integrante de la brigada de obras, que tuvo que trepar ladera arriba y correr por la pista hasta llegar a una zona con cobertura para su móvil. «Cando chamei non me entendían porque case non daba falado», contaba mientras esperaba al helicóptero junto al herido, el personal sanitario, los guardias civiles y otros compañeros del Ayuntamiento.

El aparato del servicio de Gardacostas de Galicia despegó de su base en Vigo a las dos, pero tardó una hora en llegar porque dio un rodeo para evitar una zona de mal tiempo. Y una vez sobre el río, el rescate se demoró otra hora, porque el piloto no conseguía encontrar una buena zona de entrada. Justo por encima del lugar en el que Julio esperaba bajo la lluvia tumbado y tapado con tres chubasqueros pasa una línea de alta tensión, así que fue preciso trasladarlo en camilla unos cien metros río abajo hasta un lugar despejado. Eso fue a las cuatro y media. Casi cinco horas después del resbalón.