Murallas milenarias en O Castelo

C. Rueda / F. Albo

A POBRA DO BROLLÓN

Las ruinas de un asentamiento castreño poco conocido se alzan entre la maleza en un lugar solitario de las proximidades de Salcedo, en A Pobra do Brollón

24 nov 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

A 2,5 kilómetros de Salcedo, en tierras de A Pobra do Brollón, cerca de la aldea abandonada de As Caselas, se encuentra un reducido y poco conocido asentamiento de origen castreño, denominado tradicionalmente O Castelo. Las ruinas del castro se alzan a media ladera, sobre un espolón rocoso llamado Penas do Castelo. El único acceso a este paraje es un sendero que parte de la pista de tierra que comunica Salcedo con As Laceiras y Paramedela. Para llegar a este punto hay que salir de Salcedo -a 7,3 kilómetros de la capital del municipio- por la carretera que va hacia Paramedela y el valle del Lor. En el kilómetro 2,5 y a la altura de una curva, se abre la derecha de la pista un estrecho sendero, de 130 metros de longitud, que lleva directamente hasta O Castelo.

El reducido tamaño del recinto, unido a su estratégico emplazamiento, hacen suponer que el castro desempeñaba una función de vigilancia sobre la margen derecha del Lor y que -como sucede con otros asentamientos situados en la sierra de O Courel y sus alrededores- tal vez estuvo relacionado con la red de explotaciones auríferas que impulsó la autoridad imperial romana en las montañas del sur lucense.

Las partes más vulnerables están reforzadas por un importante sistema defensivo, formado por un profundo foso excavado en la roca. Paralelo al foso y siguiendo la loma del monte en dirección al Lor, se construyó un muro defensivo de considerables dimensiones. Tiene unos cien metros de longitud, su anchura llega a los dos metros y la altura media es de 1,5 metros en aquellos tramos que todavía conservan restos de muros.

La parte de este asentamiento que da a la vertiente del Lor es prácticamente inaccesible, al estar enclavada sobre una pared rocosa de más de 150 metros de alto que cae verticalmente hasta la orilla del río. El núcleo del recinto, la croa, es bastante irregular. Para nivelar el terreno hubo que aterrazarlo mediante muros de retención. De todo ello sólo quedan pequeños restos.