Excavar nuestra historia

Marina Fernández

LUGO CIUDAD

El Pazo de Tor acogerá desde mañana un campamento arqueológico para niños de nueve a trece años

22 ago 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

El diferente efecto que en los niños puede provocar una clase de primaria de prehistoria o vivir la aventura de meterse en la piel de un arqueólogo salta a la vista. Esto lo saben bien Enrique Alcorta, arqueólogo del Museo Provincial de Lugo, y Lucía Dequit, encargados de los campamentos arqueológicos que la red museística provincial organiza para niños desde hace cuatro años.

Un grupo de veinticinco niños de la comarca participarán mañana por primera vez en uno de estos campamentos. El Pazo de Tor será el escenario de tres excavaciones de diferentes periodos en las que durante tres mañanas se desarrollará una auténtica campaña arqueológica. Los tres módulos que la organización pretende instalar pertenecen a tres periodos con una fuerte presencia arqueológica en Galicia. En un dolmen, los niños tendrán la oportunidad de adentrarse en la prehistoria e investigar sobre una de las construcciones megalíticas más numerosas en Galicia. En ella les esperan algunas sorpresas, como los huesos de un antiguo poblador del Neolítico.

Un castro, para cuya reconstrucción han acudido a la estructura del que se erige en Sober, será el segundo yacimiento. Réplicas de piezas halladas en la rica zona de asentamientos castrexos podrán ser recuperadas y restauradas por el segundo grupo de pequeños excavadores.

Para terminar, un último equipo será el encargado de desenterrar los vestigios de un castillo medieval. Pergaminos y otros artículos propios de los Condes de Lemos aguardan a los aventureros investigadores en los nuevos yacimientos del Pazo de Tor.

Pero no todo consistirá en mancharse las manos y divertirse cavando en la tierra. Cada equipo, los castrexos, los cavernícolas y los lemos, que así se llamarán, recibirá una explicación inicial sobre la época en la que se inmiscuirán con sus herramientas arqueológicas. Ya en los yacimientos, unas directrices sobre el método que todo arqueólogo debe seguir. El trabajo de campo irá seguido por un proceso de restauración de las piezas desenterradas. Como colofón, en la entrega de diplomas frente a los padres, los participantes se enfrascarán en una discusión científica sobre los hallazgos. Cada grupo elegirá a su representante y defensor teórico en este simulacro de congreso arqueológico.

«Es una actividad que permite entender la historia y la prehistoria casi sin explicaciones. Los niños lo están viendo, aunque sea ficticio son réplicas fieles y vinculadas además a la historia de la zona», explica Lucía Dequit, coordinadora del campamento. Tres días para que los niños de la comarca puedan sentirse como el mismísimo Indiana Jones.