Zapatones pide socorro

nacho mirás SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Enfermo y solo, el peregrino del Obradoiro pide ayuda para que no lo echen de su casa.

09 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

-¡Feliz Navidad, Zapatones! «Va a ser que no», responde grave y con la mirada hundida Juan Carlos Lema Balsas, la persona que se esconde dentro del personaje del peregrino Zapatones, creado sobre su propio chasis en el Xacobeo de 1993. El que habla no es el superhéroe, sino sus entrañas mortales.

Cualquiera que conozca a Juan Carlos hace casi veinte años y que lo vea ahora se dará cuenta de que en la vida de este pícaro jacobeo de trayectoria catastrófica se ha encendido la luz de alarma. Zapa ya no sonríe. Está enfermo, viejo, destrozado. Trata de simular una sonrisa mientras se retrata en el Obradoiro, su salón, con unos niños turistas. Asoma entonces la dentadura que le incrustaron en las encías los alumnos de la Escola de Odontoloxía. Pero ya no hay sonrisa, sino mueca.

Zapatones tiene las entrañas destrozadas por exceso de uso y ahora, para completarla, le acaban de comunicar que lo echan a la calle. Con las panderetas de los villancicos de banda sonora, se ve pasando la Nochebuena al raso, en peores condiciones que el niño Jesús que, a fin de cuentas, tenía un portal. «Yo no tengo ni perro que me ladre», dice. El hombre más fotografiado de Galicia necesita asistencia social urgente. Necesita operarse de cataratas; tratarse de otros males; necesita que lo cuiden.

El propietario de la casa en la que sobrevive, ubicada en Brañas de Sar, reconoce que le ha dado un ultimátum para que deje la vivienda antes del día 15. «Hace seis meses -cuenta el hombre- entró en barrena. Dejó de pagar el alquiler. Yo he corrido hasta ahora con los gastos de agua y luz, pero no puedo más. Le he dicho que, si no encuentra una solución antes del día 15, tendré que poner el asunto en manos del juzgado. Le he ofrecido dinero para que pueda buscarse una pensión durante un tiempo». Juan Carlos lo niega. Pagaba 180 euros por su guarida, a la que se mudó hace once años con una chica que fue su compañera hasta que voló. Niño de inclusa, ratero, presidiario y buscavidas, la kriptonita de la soledad ha acabado por hacerle un boquete en el traje de superhéroe. «Necesito un lugar donde dejar mis recuerdos, un sitio digno». Advierte que no tiene más que su imagen, y que eso no vale gran cosa. Y el invierno pinta mal.