La decisión más simbólica de la pérdida de poder de Caballero fue tal vez la aprobación de la retirada de los carteles con el anagrama de Alcaldía, propuesta por el PP y aprobada con sus votos.
Los letreros, colocados en cada rincón de la ciudad por el alcalde en sustitución de los utilizados hasta su llegada con el logotipo de Concello de Vigo, deberán cambiarse de nuevo por los anteriores o, en todo caso, por ninguno.
La labor será ingente, teniendo en cuenta que se colocaron en cojines, bancos, vinilos, losetas, folletos, escenarios, carnés, agendas, camisetas, paneles, carrozas, maceteros, casetas de playas y hasta esquelas, según relató el concejal del PP, Antonio Bernárdez, quien calificó la actuación de «despilfarro egocéntrico». Según sus cálculos, el despliegue ha podido suponer para los vigueses un millón de euros, aunque los socialistas los valoraron en menos de un euro la unidad.
Para el BNG, que se abstuvo, ahora no es necesario destacar la Alcaldía porque ya no hay un gobierno local con dos fuerzas políticas, como sucedía con anterioridad, a no ser, dijo Santiago Domínguez, que quiera competir con sus propios concejales. Entiende que un gobierno en minoría no necesita diferenciarse.