Hijas sin hijos, perfil creciente

Jorge Casanova
JORGE CASANOVA REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Cuatro gallegas con pareja estable, de diferentes edades y que han renunciado de forma voluntaria a la maternidad explican sus razones. No todo el mundo las entiende

04 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Josefina, Luisa, Pilar y Beatriz forman parte del cada vez más numeroso pelotón de gallegas que, voluntariamente, han optado por una vida sin hijos. Razones de tiempo, dinero, independencia, salud, responsabilidad ..., trazan sus explicaciones, diversas. Sin embargo, todas coinciden en que nunca sintieron la llamada de su vientre, el famoso reloj biológico. Y ninguna admite haberse arrepentido nunca. Al contrario. Sin embargo, todas pidieron intimidad en su testimonio. Sus nombres son, por tanto, falsos. Sus experiencias no.

josefina. 55 AÑOS

«Mi marido y yo decidimos vivir el uno para el otro»

Resulta curioso hablar de una vida sin hijos con una maestra de larga trayectoria. Experta en educación, pero sin niños propios que educar: «Yo siempre he sido muy reacia a hacer lo que me mandaba el contexto social. Cuando conocí al que hoy es mi marido y optamos por establecer una convivencia, decidimos vivir el uno para el otro. Tener hijos es una cosa muy seria y hay que ser muy consecuente con esa decisión».

Josefina ha tenido que pandar con muchos comentarios familiares sobre su decisión y la distorsión social que todavía supone una pareja sin hijos: «Te das cuenta de que otra gente piensa de nosotros ??¡Qué raros son!??. Aún no está del todo normalizado, pero también hay gente que nos dice: ¡Qué suerte tenéis!». Y explica que todo ese tiempo que no dedicó a los hijos le sirvió para tener dos licenciaturas, decenas de cursos y una posición profesional muy sólida: «Y si hoy no quiero ir a comer a casa, no voy. Llamo a mi marido y listo». Horarios amplios, tertulias, gimnasio, compras, amigas... ¿Y el futuro, la vejez sin hijos, sin nietos? «Me imagino que iremos a una residencia. Lo que no puedes hacer es tener hijos para reclamar que te cuiden cuando no te valgas».

LUISA. 44 AÑOS

«A mi padre le hemos dicho que no podemos tenerlos»

Luisa tampoco escuchó nunca el tic-tac. Su reloj interior está dormido o late en silencio. «Ni siquiera me planteé tener pareja». Pero hace ocho que convive con su marido y tres que están casados: «Ya éramos mayores y, desde el primer momento planteamos la cuestión. Mi marido sufre unas migrañas terribles que lo inmovilizan en cama. Es un problema genético que él no quiere legar a sus hijos». Así que Luisa ha podido abrirse paso en el terreno laboral y tener un empleo fijo sin tener que afrontar la pesadilla de la conciliación. Pero su padre, que mantuvo a brazo partido la casa familiar, ve que no habrá continuidad, que los nietos no llegan: «A mi padre le hemos dicho que no podemos tenerlos y que estamos pensando en adoptar».

Luisa y su marido nunca discutieron sobre el asunto, pero una vez hubo un susto, una falta. «Fueron unos días, pero los suficientes como para darme cuenta de que, si estaba embarazada, no iba a abortar». El resultado de aquella experiencia fue más rigor todavía con los anticonceptivos. Para Luisa, buena parte del tiempo que no dedica a los hijos que no tiene lo vuelca en la atención a sus padres, que ya empiezan a tener problemas de dependencia. «Nunca los dejaría en una residencia», admite. Así que tampoco admite la idea de la insolidaridad de quienes no son padres y no contribuyen al relevo generacional: «Ya hay muchos niños en el mundo pasando hambre. El problema no está en la natalidad, está en que no hay trabajo, ni condiciones que faciliten la maternidad. ¿Cómo podría organizarme yo ahora si tuviera un hijo?».

pilar. 43 años

«Somos un producto de nuestro tiempo y de nuestra edad»

«Estamos hablando sobre esto porque vivimos en este tiempo y en este país. Si yo fuera musulmana o si estuviéramos en la sociedad de nuestros padres, esta conversación sería imposible. Somos un producto de nuestro tiempo y de nuestra edad». Pilar lo tiene claro. Tener la capacidad de optar por una vida sin hijos es una conquista. Ni ella ni su marido, que participa de la conversación, tienen ninguna motivación para no tener hijos, más allá del miedo al hecho físico que confiesa Pilar. Pero tampoco han encontrado razones ni presión para tenerlos. «Mis padres están encantados. Nos ven bien de salud, que nos queremos y eso es lo que les importa».

Llevan ya más de diez años juntos, que han ido afianzando su convicción. Asumen que son una pareja de su tiempo y hasta han pensado en su vejez: «Unas cuantas parejas que están en nuestra situación hemos pensado una fórmula para contratar a profesionales que nos atiendan».

beatriz. 33 años

«Lo que más odio es que me digan que se me va a pasar el arroz»

«Tal como están las cosas sería tener un niño para meterlo en la guardería. Solo podría verlo por la noche. Nosotros estamos tan convencidos que ni siquiera le hemos dado más vueltas al tema». Beatriz, que ya suma con su pareja once años de convivencia, dice que no quiere esa responsabilidad. Le llega con los animales que tiene en casa: «Un perro y seis aves. La gente me dice que es por eso por lo que no quiero tener hijos». Pero Bea relata unos cuantos episodios de niños maleducados con padres indolentes y cree que no valdría para protagonizar esa escena.

El modelo de familia que ha elegido, admite, todavía rechina: «Los comentarios son inevitables, pero lo que más odio es que me digan que se me va a pasar el arroz. A alguna tía abuela ya le he dicho que no los tengo porque no puedo».