Moleiro: «Un códice no es algo que se le enseñe a alguien por ser un catedrático de historia de la universidad de donde sea»

Redacción digital

GALICIA

El experto editor Manuel Moleiro, natural de Cea, compara los controles y las inspecciones previas de la catedral compostelana con los que rigen las visitas a otros documentos históricos.

13 jul 2011 . Actualizado a las 13:13 h.

Manuel Moleiro (Cea, 1951) es propietario de la editorial Moleiro, con sede en Barcelona, y ha reproducido más de cuarenta obras, primeras ediciones y únicas, como libros de Horas, Biblias, atlas, códices y Beatos, trabajando con instituciones como el museo Metropolitan de Nueva York, la British Library o la Biblioteca Nacional de Francia, pero siempre por cuenta propia. Sus obras son regalo de estado, como el que hizo Italia a la reina de Jordania del Theatrum Sanitatis, o la que enseña a sus visitas Sarkozy, del Libro de Horas de Ana de Bretaña.

-¿Cuál cree que podría ser el valor del Códice Calixtino?, ¿qué opinión le merecen los 10 millones de euros con los que se especulaba en principio?

-Diez millones me parece una cifra más que ridícula. Teniendo en cuenta que una primera edición del libro Birds of América de Audubon se vendió en el mes de diciembre en Shotheby's creo que por una cifra de 11,8 millones de euros. Y eso que quedan en circulación 119 ejemplares. Si una primera edición se paga a ese dinero, pues ya me dirá. Y por un códice de Leonardo Da Vinci, el Códice Leicester que compró Bill Gates en el 1994, se pagaron 30,8 millones de dólares (claro que es de Leonardo Da Vinci). Hace aproximadamente 30 años antes por otro códice que es un libro pequeñito, el Código Hammer, y que también compró Bill Gates, había pagado 6.000 millones de pesetas. Valorar en diez millones de euros el Codex Calixtinus me parece una cifra insignificante, sobre todo teniendo en cuenta que es el adn de todo lo que representa el Camino de Santiago y, hasta cierto punto, el adn de Galicia.

-¿Qué valor cree que podría alcanzar en una subasta legal?

-Yo creo que en caso de ser una subasta legal me sorprendería mucho que ese libro valiese menos 100 millones de dólares.

-¿Usted conocerá coleccionistas, cuántos cree que hay en el mundo que puedan tener el dinero suficiente y una colección que respaldase la compra de esta obra?

-Usted coge la lista Forbes y ve cómo muchísima gente podría comprar eso sin inmutarse. Bill Gates, por ejemplo, que está claro que no va a comprar un libro robado, pero que no solo podría comprar ese, sino una docena. Ya no digamos luego eso que se especula siempre de los países árabes. Yo creo que eso es una especulación, más que otra cosa. Pero hay mucho coleccionista privado que estaría encantado de pagar esa cantidad.

-¿Cuáles son los factores que explican el valor especial de este códice, más allá de sus valores culturales y de ser una primera edición?

-En primer lugar, que es el único ejemplar que hay del S XII que toca exclusivamente el tema del camino de Santiago, de los peregrinos y de muchos factores relacionados. Y es un único ejemplar. Si hay más en el caso de los Beatos, que surgieron en Liébana, en el año 776 o en el 777 que se pintó el primer ejemplar. Hay veintitantos Beatos, el Codex Calixtinus es un solo ejemplar.

-¿Tuvo oportunidad de ver el Códice Calixtino en la catedral de Santiago?

-Sí, yo miré el códice con muchísima detención y atención en la Catedral de Santiago, me lo enseño don José Maria Díaz, que entonces era simplemente archivero, ahora es deán además de archivero. Creo que fue en torno al año 1994 o 1995 aproximadamente

-¿En qué estado de conservación o qué condiciones de almacenamiento le pareció que tenía?

-Mire, voy a contarle lo que me pasa cuando quiero hacer algún libro o hago algún códice de este tipo. En cualquier institución, como la Biblioteca Nacional de Francia o la British Library o en la misma Biblioteca Nacional de Rusia, para acceder a un manuscrito de este tipo, en primer lugar le hacen una ficha previa y tiene que tener razones poderosas. Un códice no es algo que se le enseñe a alguien porque sea el presidente de Telefónica, o porque es el catedrático de historia de la universidad de donde sea, o al amiguete. Previamente usted tiene que aportar un currículum y tiene que haber una razón como una investigación con una grandísima importancia y que su consulta sea básica, o bien el caso mío, que a fin de cuentas lo que hago es proteger un códice. Antes de acceder siempre relleno un montón de papeles y es más, en Estados Unidos van mas lejos, por ejemplo en el Metropolitan se firma un contrato, y a partir de ahí le llevan al manuscrito por un auténtico laberinto. Pero es más, antes de que usted lo toque, si es que lo puede tocar y alguien no le pasa las páginas, que es lo que suele ocurrir y delante de dos personas, usted rellena de su puño y letra sus datos y su identificación, en un libro cuyas páginas no se pueden arrancar, y pone el día, la fecha, la hora, el minuto y el segundo, y firma. El tiempo que disponga de ese ejemplar hace su trabajo y cuando lo va a devolver rellena otra vez todo. Por ejemplo, la biblioteca de Londres. Yo estuve allí trabajando casi cinco años en el Breviario de Isabel la Católica. Ahí se graba toda la conversación, y además de grabarse hay una cámara en la parte superior que graba todo lo que pasa, cuando usted pasa las páginas y etcétera, y no puede en ningún momento despistarse en nada, si no se ha acabado la historia ahí.

De modo que a la hora de reconstruir quién estuvo, si el protocolo se aplicase en Santiago sería muy sencillo, porque tienen el historial no de un día, sino de años y años. Y hay muy pocos accesos. Yo recuerdo cuando en el 96, en Venecia, hice el Libro de Horas de la reina María de Navarra. Apareció en el año 1977. Cuando accedí a ese libro en el año 96 mi gran sorpresa al ver el libro de registro fue que solamente cuatro personas antes que yo habían tenido acceso al ejemplar.

-¿Cuáles son los controles de acceso a esas salas de conservación de obras?

-Hay una inspección previa. Cuando usted entra en este tipo de sitios usted no puede llevar bolígrafos, le sacan el móvil, no puede llevar ningún objeto que pueda ser cortante, y si quiere tomar notas no puede por ejemplo llevar una libreta de anillas o que tenga espiral, si no que ha de tomarlas sobre papel y puede llevar un lápiz y una goma. Imagínese que tiene el bolígrafo en la mano y en un momento determinado toca una página o hay cualquier incidente.

-Se ha hablado de que el Códice tenía alguna inscripción hecha a bolígrafo

-Quizá había más cosas de ese tipo en el Tumbo A. El códice se había limpiado y restaurado y yo supongo que el estado de conservación en estos momentos era perfecto. Parece ser que hubo un momento en la catedral de Santiago, esto me lo comentó directamente Don José Maria Díaz, de un archivero que estuvo hasta los 81 años... digamos que un archivero puede ser fantástico, pero a una determinada edad la lucidez ya no es la misma, en todo caso no sería responsabilidad del archivero sino de quien lo mantiene en el cargo.

-A parte de estas circunstancias procedimentales, el espacio físico donde se guardaba el libro ¿le pareció un lugar adecuado o considera que también en ese sentido no estaba en las mejores condiciones?

-Bueno, yo cuando vi el Códice Calixtino lo había acordado previamente con Don José María, había escrito, había llamado por teléfono y, de hecho, me estaban esperando. El libro estaba puesto ya encima de una mesa y me lo enseñaron. No continué luego a posteriori como cuando hago un manuscrito que igual me paso un año o dos años yendo con regularidad, es diferente.