La empresa constructora usaba unos métodos poco ortodoxos a la hora de intentar hacerse con obras en los ayuntamientos. Existe una llamada intervenida entre Ogando padre e hijo en la que ambos hablan sobre la posibilidad de hacerse con el campo de fútbol de Fisterra, una obra que costó en torno a 350.000 euros.
Comentan entre ambos que en total se han presentado 12 ofertas al concurso. «Se non se fai ben imos ter problemas. E así, a ver se o sacan tal, e sequera, quen ten aí, quen ten man, quen ten iso na man é o secretario, o secretario pode abrir os sobres según, ¿eh?, vós lle dades tamén, vos pode axudar, ¿entendes? pódense mirar os sobres antes de abrilos, ¿entendes?», le dice el padre al hijo, que pone pegas a esa posibilidad, insistiendo el padre en que es posible.
No hay pruebas en el sumario de que finalmente eso sucediera, pero es una muestra de la forma de actuar que tenían los empresarios a la hora de intentar hacerse un sitio en un Ayuntamiento para lograr obras públicas.
El padre habla con el hijo de una llamada recibida de Mazaricos. «Nos quere dar unhas obriñas», dice sin precisar a quién se refiere.
El afán por lograr obras hace que Ogando se alíe con un empresario de Cee, Jorge López, a quien habría dado 8.000 euros por mediar ante el alcalde.
Hay numerosas conversaciones entre López y Ogando hijo sobre la forma de hacerse con obras, sobre la necesidad de «tocar» a uno u a otro y sobre la conveniencia de hacer regalos para pagar favores. Se habla de botellas de Vega Sicilia y de champán para el alcalde de Cee, aunque no figura en el sumario que finalmente el regidor los haya recibido.
Las comidas a políticos serían el primer paso para establecer relaciones más estrechas.