«Papá, ¿por qué sé tanto?»

Jorge Casanova
JORGE CASANOVA REDACCIÓN / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

La detección precoz de las altas capacidades mejora, aunque el sistema educativo aún está lejos de identificar y conducir a los superdotados

10 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La pregunta del titular se la encontró de sopetón Xosé una mañana, mientras levantaba a su hijo de la cama. Una pregunta más formulada por esa cabecita de pensamiento divergente que, de algún modo, fotografía la angustia del pequeño superdotado. Son distintos, se dan cuenta y no lo entienden. No entienden por qué acaban antes los ejercicios o por qué sus compañeros los miran raro cuando formulan preguntas o hablan sobre dinosaurios en vez de jugar al fútbol. Así que muchos acaban desarrollando estrategias para autoadaptarse a un mundo que va incomprensiblemente más despacio.

«Hay muchos falsos mitos sobre las altas capacidades», explica Xosé Tomás, directivo de la asociación ASAC, que agrupa a menores de toda Galicia: «Muchos profesores se dan cuenta de la diferencia, pero creen que, como están capacitados, no necesitan ayuda. Y eso no es cierto». En realidad, un escolar de altas capacidades requiere la misma atención en el aula que otro que haya mostrado retraso. Pero el sistema educativo suele atender antes al alumno con retraso que al que necesita ser estimulado. La consecuencia es que muchos alumnos con altas capacidades acaban sacando malas notas o frustrando su carrera académica porque el aburrimiento los lleva a separarse del resto de la clase, incluso del colegio, de modo que los más capacitados pueden ser los que antes acaben en el fracaso escolar.

Aceleración

Afortunadamente, el sistema educativo es cada vez más consciente de esta problemática aunque, según los expertos, queda mucho camino por recorrer: «La detección está todavía muy por debajo de lo que sería deseable -opina Carmen Pomar, profesora de Psicología en la Universidade de Santiago (USC) y experta en altas capacidades-. Falta un protocolo uniforme que se pueda aplicar en todos los colegios y que agilice el proceso». El proceso supone alertar al orientador, valorar al alumno y, si se estima conveniente, aplicar actividades especiales en el aula o, incluso, acelerar al escolar haciendo que se salte un curso, dos como máximo durante la enseñanza obligatoria.

Las estadísticas apuntan a que alrededor del 10% de los escolares tienen altas capacidades y que entre un 2 y un 3% son superdotados, alumnos con capacidad de destacar en todo, aunque no es infrecuente una falta de sincronía con la enseñanza. El sistema educativo es lineal; la mente del superdotado, divergente. Así que una buena capacidad no garantiza buenas notas.

Los especialistas aún definen a un tercer grupo: los precoces. Niños que se muestran muy rápidos en sus primeros años, pero que luego se ralentizan y que se pueden convertir en víctimas por exceso: «Hay que tener mucho cuidado, porque si se les exige más de lo que pueden dar, se los aboca también al fracaso», explica Xosé Tomás.

Además, los niños crecen y, mientras sus cerebros amplían conocimientos a todo trapo, sus corazones procesan las emociones al mismo ritmo que los demás. Otra falta de compás entre su edad intelectual y su edad emocional que suele convertirse en una bomba cuando llegan a la adolescencia: «Cuando nos llega un chaval a la asociación con 13 o 14 años suele tener ya graves problemas escolares. Son las consecuencias de una identificación tardía», afirma la psicóloga.

Afán por saber

Pero ¿cómo identificar esas altas capacidades, cómo discernir con objetividad ante un hijo? Casi todos los expertos apuntan a un permanente afán por el conocimiento que se muestra desde las edades más tempranas. Son niños que suelen aprender a leer solos, antes que sus compañeros, y que retienen y asimilan las ideas con facilidad. En Galicia, la asociación ASAC agrupa a más de un centenar de familias con niños de hasta 18 años y está vinculada con un grupo de investigación de la USC.

El sistema educativo gallego tiene identificados a alrededor de 500 alumnos de altas capacidades y algunos colegios desarrollan proyectos propios destinados a estimular a este tipo de escolares tanto para aprovechar sus potencialidades como, sobre todo, para evitar que se caigan de un sistema que, de momento, no está preparado para ellos.