Una riqueza sobradamente conocida, pero de dudosa viabilidad

La Voz

GALICIA

20 feb 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El oro de Galicia forma parte de una leyenda milenaria, de la que participaron los propios celtas y que ha estado presente entre todas las culturas que han formado este país. Sin embargo, fueron los romanos los que detectaron la riqueza interior de la Gallaecia y supieron aprovecharse de ella por medio de los avanzados métodos de ingeniería que pusieron en práctica en varios puntos del noroeste de la Península.

Del entorno del Sil, los romanos sacaron muchos kilos de oro. Algunos cronistas de la época, como el procurador Cayo Plinio, llegaron a contabilizar que el 10% del oro del imperio provenía de las minas gallegas. En el Sil, desviaron su cauce, atravesando una montaña y extrayendo el oro de las zonas en donde se depositaba. Aún hoy es posible ver en Montefurado, en el concello de Quiroga, la fabulosa obra con la que los romanos fueron capaces de vencer a la montaña.

Algunos fracasos

«El oro no se busca en cualquier sitio, las prospecciones comienzan en lugares donde ya se tienen indicios de su existencia», explica el geólogo Lluis Boixet, y delegado de la empresa Edgewater en España. Su desembarco en Corcoesto (Cabana de Bergantiños) estuvo apoyado en las explotaciones previas, cuyos resultados fueron certificados con sondeos ulteriores. Algo similar ha ido ocurriendo en otros puntos de Galicia en los últimos años. Antiguas concesiones fueron reactivadas a la búsqueda de pruebas que alentaran una nueva explotación. Sin embargo, hasta la fecha, las cantidades de oro halladas en lugares como Caldas de Reis, Cuntis o el propio entorno de las milenarias vetas de Montefurado, no han sido suficientes como para justificar la viabilidad económica de los proyectos: hay oro, pero su extracción sería tan difícil y costosa que apenas habría negocio.

El incremento en el precio del oro ha provocado que los parámetros para medir esa viabilidad hayan variado en los dos últimos años, pero solo relativamente. En el 2007, con el precio del oro registrando una clara tendencia ascendente, al menos dos iniciativas de prospección fueron clausuradas por la escasa presencia del mineral o el oneroso proceso metalúrgico necesario para su comercialización.