Una tragedia económica

Manuel Blanco

GALICIA

15 dic 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El resultado del sondeo es revelador. Si usted consulta a diez gallegos sobre el complejo del Gaiás, cuatro le dirán que el proyecto es un dispendio sin sentido, tres que no tienen ni idea de lo que se pretende hacer ahí y apenas tres aprobarán una inversión que va camino de convertirse en el mayor disparate de la historia reciente de Galicia. El dilema para la Xunta es que la foto fija sobre la percepción social del complejo apenas ha cambiado desde que se decidió encargar la obra a Peter Eisenman. La crisis y el consustancial repunte de la sensibilidad sobre el empleo de los fondos públicos no ha agudizado la incomprensión de los gallegos en relación con el mausoleo. Muy al contrario, la Ciudad de la Cultura nació bastarda y así ha ido medrando: sin sentido, engordando una factura fastuosa e inadmisible para un país que sigue sin sanear sus rías y que tiene decenas de miles de pacientes en espera para operarse, por citar solo un par de ejemplos. Un despropósito que se ha convertido además en un laberinto indescifrable para sus actuales gestores, incapaces de dar forma y hallar contenidos de calidad para un gigantesco contenedor, lo que en definitiva representa el auténtico fracaso del proyecto. La desafección de los gallegos hacia el complejo es una evidencia porque todas estas cuestiones han ido tomando forma con el paso de los años, consolidando en el imaginario colectivo la certeza de que se trata de un lujo asiático, un guiño snob de nuevo rico que nunca debería haber visto la luz en las tierras de Breogán. Una tragedia económica que, intuyo, quedará retratada aún más a corto plazo, cuando Bruselas deje de girar fondos cada mes y la crisis deje poco margen más que para pagar la educación, la sanidad y cuatro cositas más. Y gracias, claro.