Berredo se suma a los olvidos del cura de Artoño

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN/LA VOZ.

AGOLADA

Dieciséis años sin registrar en el libro parroquial bautizos, matrimonios y defunciones

26 nov 2010 . Actualizado a las 03:11 h.

Ángel Iglesias Sarandeses, el sacerdote que tiene la tarea de poner al día el libro parroquial de Artoño y también el de Berredo (Agolada), no ha subsanado el «olvido». Después de que su predecesor no realizase anotaciones en 16 años, explicaba ayer que hubiera preferido arreglarlo, poniendo al día las referencias de bautizos, comuniones, bodas o defunciones sin comunicar públicamente el fallo del anterior párroco, ya fallecido. Le supo mal tener que avisar a sus feligreses. «Non tiven máis remedio porque eu só non podía saber os datos, necesitaba a axuda dos veciños», se excusa.

El sacerdote relataba ayer los apuros que pasó después de la misa cuando explicó el caso a sus feligreses. «Faleilles de que non hai que facer leña da árbore caída, e que todos debemos ter un avogado para que nos defenda» y disculpó de nuevo el lapsus de su predecesor en el puesto, apuntando que «tivo nos últimos anos á súa nai moi maliña».

Iglesias Sarandeses visitó el martes a los vecinos de Artoño en compañía de un vecino que es sacristán y el día anterior hacía lo mismo en la parroquia de Berredo, cuyo libro parroquial está en la misma situación. Apunta que en el resto de las parroquias que llevaba el anterior cura «pode faltar algunha cousa puntual, pero non hai problema». El párroco, al igual que hacían los vecinos estos días, disculpaban al sacerdote fallecido a la vez que destacaban sus enormes cualidades humanas. Pero como recordaba también ayer sabiamente Ángel Iglesias, errar es humano, todos nos equivocamos alguna vez.

El anterior sacerdote dejó algunos papeles corrientes sueltos, pero incompletos y a los que les faltan datos, de ahí la necesidad de pedir la colaboración vecinal para dar cuenta de bautizos, matrimonios y defunciones.

En el Juzgado de Agolada, su encargado dijo ayer que Ángel González, el anterior cura, entregaba puntualmente las actas sacramentales de los matrimonios que oficiaba. Los vecinos inscriben obligatoriamente a los nacidos. Otra cosa son los bautizos, que no figuran, y en algunos casos las defunciones, ya que esos certificados se tramitan en el lugar de fallecimiento.