Las forenses desmontan la versión de legítima defensa del crimen de los gais

E. V. Pita VIGO/LA VOZ.

VIGO CIUDAD

Las doctoras ven «poco probable» que el acusado pudiese asestar 57 cuchilladas con la mano derecha herida

22 sep 2010 . Actualizado a las 03:08 h.

Las dos víctimas del crimen perpetrado en la calle Oporto de Vigo en el 2006, Julio Anderson e Isaac Pérez, tenían su capacidad de defensa anulada y quedaron a merced de su agresor. Así lo revela el informe de la autopsia que fue presentado ayer por las forenses al jurado en la cuarta sesión del juicio que se celebra en la Quinta Sección de la Audiencia de Pontevedra, con sede en Vigo. Estos resultados contradicen la versión del autor confeso, Jacobo Piñeiro, Kiyo, quien alega que actuó en defensa propia y miedo insuperable a ser violado y asesinado por una pareja gay. El anterior tribunal popular, que fue anulado, lo absolvió.

Los resultados de la autopsia pusieron ayer en duda la versión de Jacobo, según la cual sufrió un corte en la mano cuando Julio lo atemorizó con un cuchillo para obligarle a montar un trío sexual. Forcejearon y se hirió con el filo del arma, pero no sintió el dolor porque estaba confuso tras consumir un cóctel de drogas y alcohol. Pero los análisis revelan que los efectos de las drogas se habían disipado a la hora del crimen y la lucha fue desigual porque sus víctimas ya no eran una amenaza para él. La autopsia prueba que el agresor atacó a cada víctima en dos momentos separados y con sendos cuchillos, aún sin localizar.

Las forenses de Vigo descartaron ayer que el acusado pudiese asestar 57 puñaladas a sus víctimas si, como él dice, se cortó en la mano derecha. «Manejar el arma con tres dedos es poco probable porque tendría dificultad para conservar la fuerza y la dirección», declararon. Tras ser detenido, Jacobo fue operado de los tendones del dedo índice y anular seccionados, un daño anatómico que causaba dolor y que le impedía agarrar objetos o acuchillar fuerte. Las doctoras admiten que se pudo cortar en la palma con el filo como él dice, pero ignoran si fue en su defensa, como sugiere su abogado, o si se hirió él mismo al resbalarle el mango, como dice el fiscal. No sufrió cuchillada alguna.

No tuvieron oportunidad

La reconstrucción de la muerte de Julio también cuestiona que Jacobo actuase en defensa propia. Ambos se enfrentaron cara a cara en la habitación del brasileño. Pese a ser fornido y alto, Julio solo presentaba dos heridas de lucha en las yemas de sus dedos entre las 22 puñaladas que recibió. La mayoría eran innecesarias porque las primeras heridas lo dejaron indefenso y una de ellas, en el abdomen, fue mortal porque le segó la arteria ilíaca. La posterior hemorragia masiva lo desangró en cinco minutos. Se agachó instintivamente y el otro atacó con ventaja.

Otra cuchillada seccionó un nervio e inutilizó el brazo derecho de Julio. «Su capacidad de defensa quedó anulada o muy reducida porque ya no podía moverlo», explicó una forense. Julio logró arrastrarse por el pasillo desangrado, según prueba una huella de su mano en la pared, pero fue degollado y rematado en el salón con siete punzadas en la espalda. Julio seguía vivo en ese lugar porque la policía halló restos de su vómito junto al cadáver desnudo. Luego, el asaltante ató levemente las muñecas del cuerpo inerte con un cable, lo cubrió con una sábana y una manta, y lo quemó.

La segunda víctima, Isaac, recibió nueve cortes en sus manos cuando quiso protegerse. «Se defendió más que Julio, pero no le sirvió de nada», declararon las forenses. Jacobo, que sigue en libertad, pronunciará hoy su alegato final y las acusaciones y el abogado informarán al jurado.