El fiscal califica el doble crimen de los gais de «horrendo y despiadado»

E. V. Pita VIGO/LA VOZ.

VIGO CIUDAD

El acusado mostró su mano derecha al jurado para intentar probar que sufrió heridas en un forcejeo en su defensa

17 sep 2010 . Actualizado a las 10:17 h.

El fiscal calificó ayer el doble crimen de los gais de Vigo de «horrendo y despiadado» porque las dos víctimas agonizaron durante «quince minutos de dolor» mientras su asesino les asestaba 57 puñaladas y convertía sus cuerpos «en un coladero». Luego, añade la Fiscalía, el implicado destruyó las pruebas, provocó un incendio en cinco focos de la casa y abrió el gas para hacer volar todo el edificio.

Así empezó ayer la repetición del juicio a Jacobo Piñeiro, quien insiste en que una de las víctimas quiso obligarlo a punta de cuchillo a participar en un trío sexual. Admite que apuñaló a Julio Anderson y a Isaac Pérez en defensa propia y, como prueba de ello, mostró al jurado, la mayoría hombres, un profundo corte en su mano derecha, en la que dice tener movilidad reducida, y una leve cicatriz en la cabeza.

El acusado insistió ayer en que actuó presa del pánico y por un miedo insuperable a ser violado y asesinado por dos homosexuales que lo querían forzar. Jacobo había aceptado la invitación de Isaac, camarero de un after-hours donde tomó siete copas, para ir a su piso a una fiesta de cumpleaños porque había perdido el barco a Cangas. «Nos metimos en su habitación a charlar, no sabía que era homosexual hasta que Julio me contó que se iban a casar», relató en el juicio. Tras quedarse hablando hasta las tres de la madrugada, Jacobo se fue a una habitación libre a dormir y pensó en marcharse. Al poco, según su relato, «Julio entró desnudo en mi habitación con un gran cuchillo de cocina y me dijo: ''Vas a ver ahora si vienes [a la cama con ellos] o no vienes''. No sé lo que pretendía, pensé que quería que hiciésemos un trío».

Según Jacobo, Julio le lanzó «un viaje en la cara o la oreja y me asustó. Fue todo muy rápido. Forcejeamos, conseguí agarrar el cuchillo, me hice un corte del que no me di cuenta y se lo clavé a él en un costado. Le daba cuchilladas, no pensaba». Tras dejar moribundo a Julio, hirió a Isaac, que «corría hacia mí por el pasillo con un cuchillo».

Tras dejar agonizantes a sus víctimas, «pasé por delante de un espejo y me vi la cara manchada de sangre, tenía un miedo terrible de que me viniesen a acuchillar y me puse en una esquina a hacer guardia». Arrastró a Julio a una habitación y lo maniató. Dice que el moribundo «me atacó otra vez, se me echó encima. Lo até porque pensé que se iba a levantar, que estaba vivo». La acusación dice que lo remató con puñaladas en la espalda y lo degolló. Isaac, que pidió auxilio a la policía, apareció con la cabeza atada a la pata de la cama. La explicación de Jacobo: «Se habrá liado él solo»

Desmontar su versión

La Fiscalía, el letrado de la madre de una víctima y el abogado del Estado se aliaron para desmontar la versión de Jacobo y atacar los argumentos que convencieron al anterior jurado en el 2009 para absolver del doble asesinato al autor confeso de 57 puñaladas. El ministerio público sostiene que el acusado se ha «inventado una historia falsa» en la que justifica que sufre un estado de pánico para clavarle 22 puñaladas a Julio y 35 a Isaac. «No podemos contrastar su versión porque es el único testigo que sigue vivo de todo lo que pasó», dijo.

El fiscal mantiene que no se puede hablar de defensa propia cuando la reacción es «desproporcionada, con un ensañamiento que se ha pasado dos pueblos». Añade que la brutalidad de la defensa fue tal que de posible víctima ha pasado a «agresor y la reacción no se justifica por el ataque previo».

El fiscal dice, en base a los informes forenses, que Jacobo apuñaló dos veces a sus víctimas. Las primeras cuchilladas fueron mortales y los dejó tan malheridos que las víctimas no suponían una amenaza. A Isaac, ya desangrado, lo remató en la cama tras derribar la puerta de su cuarto. La acusación descarta que, en ese caso, el implicado actuase movido por un miedo insuperable. «Volvió para matarlos, eso es asesinato, no defensa propia», dijo el fiscal.

Jacobo asegura que llevaba dos días seguidos sin dormir ni comer, consumiendo cocaína y bebiendo cubalibres para justificar que cayó en un estado de «confusión». Pero el fiscal descarta que sea un drogadicto.