Rosa y Luna Rodríguez, junto a su madre Josephine, peregrinaron desde Francia y recaudaron fondos para investigar la esclerosis múltiple, que sufre su progenitor
11 jun 2010 . Actualizado a las 10:26 h.«Felipe y yo siempre habíamos hablado de hacer el Camino juntos cuando las niñas fuesen más mayores. La primera vez que yo visité Santiago, en el año 1995, y vi a los peregrinos, supe que lo haría. Pero en el 2006 a Felipe le diagnosticaron esclerosis múltiple, así que él ahora no puede, pero nosotras decidimos hacerlo por él». Quien habla es Josephine Grieve, la madre de Luna (12 años) y Rosa (7) y la esposa de Felipe Rodríguez. Ella y sus dos niñas peregrinaron hacia Santiago de Compostela desde Saint Jean Pied de Port: un total de 428 kilómetros y tres semanas a pie, soportando la peligrosa tormenta de nieve que les cayó al cruzar los Pirineos y también el intenso calor que las acompañó en sus últimos días de Camino.
Proceden de Sídney (Australia), aunque el cabeza de familia, Francisco, nació y tiene a su familia en una aldea próxima a Monforte de Lemos con la que nunca ha perdido el contacto. El pasado mes de marzo, crearon una página web (www.everydayhero.com.au/felipe_with_love) a través de la que recaudan fondos para la investigación de la enfermedad que padece su padre y en la que cualquier interesado puede hacer su aportación. Ellas conocen de cerca la caridad del Camino, a lo largo del cual han seguido con su colecta: a día de hoy han logrado reunir algo más de 4.500 dólares. Josephine, periodista de profesión, cuenta más detalles de su historia en http://felipewithlove.blogspot.com.
En los pies de Rosa y Luna no ha salido ni una sola ampolla. Muy al contrario, todo el Camino se manifestaron firmes y fuertes, dispuestas a seguir (aunque siempre adaptándose a su paso de niñas). Conocieron el placer de caminar a última hora de la tarde y la solidaridad de la gente que se paraba para disfrutar de sus sonrisas y felicitarlas por ser «las más jóvenes del Camino». En A Faba (algo antes de O Cebreiro), un anciano le talló a Rosa un palo con el que ampararse para afrontar la subida. «Ahora, miran el mapa del mundo y no solo conocen mejor España, sino muchos otros países, porque hemos conocido a gente de todas partes. El Camino es una gran escuela», sentencia la orgullosa madre.
Durmieron en albergues, algo que les permitía «formar parte de la comunidad de peregrinos» y conocer sus lugares de origen y sus costumbres. «Elegimos este año para peregrinar porque es muy especial». Al margen de ser el Xacobeo, Josephine cumplirá 50 años y Luna 13. Son, por tanto, «edades especiales». Reitera lo inolvidable que será este tiempo «mágico» pasado con sus pequeñas, luchando por superar las etapas. Las tres creen estar todavía más unidas que al principio. Juntas visitaron «un montón de iglesias y otras joyas históricas», disfrutaron «cruzando España a pie» y conocieron lo que ellas denominan «la familia del Camino», que han ido conformando a lo largo de 22 días de peregrinación.