Feijoo busca la salida del laberinto

GALICIA

En lugar de radicalizar la posición que comparte con el BNG, el presidente admitirá una nueva ley de cajas que permita la fusión

08 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La que se puede considerar primera experiencia seria de colaboración entre el BNG y la Xunta de Alberto Núñez Feijoo se ha saldado hasta ahora con un sonoro fracaso. La ley de cajas aprobada en el Parlamento con los votos del PP y del Bloque no solo no saldrá adelante, sino que la norma ya no existe. El Ejecutivo gallego ha accedido ya a darle la vuelta a seis de los once puntos clave de la ley, como exige el Gobierno. Y parecen inevitables las modificaciones en los cinco restantes para que el Ejecutivo retire el recurso presentado ante el Tribunal Constitucional. La propia Xunta admite que los cambios ya realizados y los que puedan producirse no alterarán la esencia de la ley ni los objetivos que se perseguían con ella.

Si esto es así, es decir, si finalmente es posible un acuerdo con Madrid que permita alcanzar el objetivo, que no es otro que la fusión entre Caixa Galicia y Caixanova, e impedir así que Galicia pierda sus cajas, quedará claro que Feijoo había escogido el camino equivocado para llegar al mismo punto de llegada. Y que había errado también al escoger a su compañero de viaje en esa arriesgada expedición.

Al margen de que los motivos del PSdeG para desentenderse de una ley que en principio apoyó fueran justificados o espurios, el presidente de la Xunta optó por romper con los socialistas en Santiago y Madrid, y afrontar un proyecto vital para Galicia con la única compañía del BNG. De hecho, son los nacionalistas, la tercera fuerza política, quienes se atribuyen la autoría y la inspiración de esa ley.

El precedente del AVE

En lugar de agotar la vía de la negociación y forzar al PSdeG y al Gobierno a implicarse en la búsqueda de una solución para las cajas, Feijoo optó por el choque que propugnaba el Bloque. Si hubiera obligado a los socialistas a sentarse públicamente para alcanzar un pacto, al estilo de lo que ahora está haciendo Zapatero con la crisis, habría sido muy difícil que el PSdeG se negara a estampar su firma, como le va a ocurrir al PP nacional en los pactos de Zurbano.

La decisión de la Xunta se entiende menos si se tiene en cuenta el éxito que acababa de cosechar Feijoo con la estrategia contraria, al rechazar el choque con el Gobierno en torno al AVE. Si en lugar de apostar por el pacto con Blanco hubiera tratado de apuntarse el tanto en solitario echándose a la calle para exigir con movilizaciones la llegada del AVE a Galicia, probablemente la alta velocidad gallega seguiría siendo una quimera.

Todavía hoy, después de haber llevado a Feijoo a un laberinto de complicada salida, el BNG sigue animándolo a radicalizar más su postura y a echar a los gallegos a la calle para forzar al Gobierno a retirar el recurso. Un camino de incierto futuro cuando el tiempo apremia para llegar a tiempo a la fusión.

Todo indica que Feijoo rectificará y optará por agotar el diálogo con el Gobierno. Si no hay pacto, nadie podrá decir que no lo intentó todo. Pero si tiene éxito, habrá una nueva ley de cajas que a pesar de sus modificaciones permitirá la fusión. Esa nueva norma será apoyada con los votos del PPdeG y del PSdeG, que en términos de escaños representan al 84% de los gallegos. El BNG deberá decidir entonces si suma o no su 16% a un acuerdo histórico para Galicia.