La hija de una vecina del municipio coruñés de Culleredo ya ha recibido tres tarjetas sanitarias a nombre de su madre, que falleció hace más de 16 años
23 feb 2010 . Actualizado a las 12:20 h.En 1994, Dolores Rodríguez enterraba a su madre, que con 94 años era una persona que siempre había gozado de buena salud, «y que solo estuvo dos veces hospitalizada en toda su vida». Cuando, a los pocos meses de su muerte, recibió una tarjeta sanitaria a su nombre achacó este error a que hacía poco que su madre, María Juana Fernández Barbeito, había fallecido.
Con el documento del Sergas en la mano, esta vecina de Culleredo se dirigió a las oficinas que este servicio tiene en la ciudad de A Coruña y lo dio de baja. «Una chica me atendió y me dijo que no me preocupara, que ya estaba todo solucionado», recuerda. Sin embargo, cuál fue su sorpresa cuando, a los pocos años, una carta de la Consellería de Sanidade volvía a entregarle otra tarjeta sanitaria a nombre de María Juana Fernández, que nuevamente su hija tuvo que cancelar.
La historia volvió a repetirse estos días, cuando Dolores Rodríguez abrió una tercera misiva del Sergas con la nueva identificación sanitaria de su madre. «No conozco a nadie que le haya pasado esto, pero seguramente habrá mucha más gente, porque en vista del éxito... Yo no doy crédito. Me parece que después de 16 años es tiempo suficiente para haberlo arreglado. Con tantos afiliados que hay a la Seguridad Social, a saber cuántos tienen sin dar de baja», reflexiona la mujer, que no tiene pensado cancelar este tercer documento. «Tengo aquí la tarjeta reluciente y le voy a poner un marco, porque esto es increíble. Yo no voy a darla de baja, ya no me molesto. Mi tiempo no está para perderlo, y prefiero ir a tomar un café que hacer un trámite que no vale para nada», afirma.
Domicilio nuevo
Otra de las razones por las que Dolores Rodríguez también muestra su perplejidad es que esta última tarjeta sanitaria le llegó a su nuevo domicilio, en el núcleo cullerdense de Vilaboa, donde su progenitora nunca llegó a residir. «Nosotros vivíamos en O Burgo, y mi madre sabía que yo me había comprado una casa aquí [en Vilaboa], pero ella ni siquiera vivió aquí. ¿Cómo es posible que una persona que no ha vivido nunca aquí reciba una carta? Además, acaban de cambiar la numeración de la calle y vino con el número nuevo», denuncia Dolores Rodríguez, quien critica que «para unas cosas haya tanta exactitud, y para otras ninguna».