Los padres del niño obeso aseguran que no lo van a entregar a la Xunta

M. V.

GALICIA

«No creemos que esto sea motivo suficiente para arrancar a nuestro pequeño de nuestra tutela y compañía»

04 nov 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Luis Montoya y Margarita Gabarres no están dispuestos a entregar a su hijo a la Xunta. Los padres del menor ourensano con sobrepeso comparecieron ayer públicamente para confirmar lo que ya se sospechaba, que no van a dejar a su hijo en un centro de menores pese a que existe una resolución que así lo ordena, argumentando la situación de «desamparo» en la que se encuentra el chico, que tiene nueve años y pesa 70 kilos.

Aunque a efectos legales el menor está ahora mismo bajo la tutela de la Xunta, sus progenitores lo mantienen oculto desde hace semanas y ayer hicieron un llamamiento casi desesperado a las autoridades para llegar a una solución extrajudicial que, aseguran, redundaría en el «beneficio de nuestro hijo». Esa propuesta, de la que la Consellería de Traballo e Benestar tiene conocimiento desde el pasado lunes, se centra en que el chico pueda continuar con su familia mientras recibe tratamiento por el endocrino ourensano Jesús Manuel Suárez García, que se ha ofrecido voluntariamente para tratar al chico y enviar informes periódicos de su estado al servicio de Menores. Dado que el tratamiento supondría que los motivos que provocaron la resolución del Gobierno gallego estarían «superados», sería innecesario, según la familia, el ingreso del niño.

«Proponemos a la Administración una alternativa porque un centro de menores no es el sitio adecuado para educar a un niño», repetía ayer Luis Montoya. Acompañado de su esposa y del letrado de la familia, el progenitor corrigió a la Xunta y puntualizó que su hijo no está desatendido. «Lo que pedimos es que se nos devuelva la tutela porque el niño no está desamparado, tiene una familia muy grande que lo quiere y lo va a cuidar», insistía entre sollozos.

Educar a los padres sería, según su abogado, una buena manera de resolver un caso que está suscitando una enorme controversia social. «Ellos saben que se han equivocado y ahora tienen que aprender a hacer las cosas bien, pero para eso hace falta más sensibilidad por parte de las autoridades y no tantas imposiciones», advierte.