Piedra noble en el centro de Tui

Cristóbal Ramírez

TUI

Los franceses incendiaron sus barrios, ignorantes de que saqueaban la antigua capital del reino suévico en Galicia

26 abr 2009 . Actualizado a las 12:38 h.

Tui es una de esas ciudades que existen en toda Europa y que están resabiadas con la historia. Han sufrido, y mucho, por su situación fronteriza, a veces campamento para la agresión, a veces parapeto ante los ataques, siempre campo de batalla. En este caso el otro eran los portugueses con una sonora excepción: cuando las tropas invasoras de Napoleón Bonaparte tomaron posesión del territorio manu militari.

El hecho de haber sido levantada sobre una colina ocupada íntegramente desde el Medievo ?laderas incluidas? ha traído como grata consecuencia que la ciudad nueva se expanda sin colisionar con la vieja. En otras palabras, el casco histórico se halla impecable, en perfecto estado de revista para el visitante. Con la catedral erguida piedra a piedra sobre lo que fue un castro, ese núcleo es considerado en el Cronicón de Sebastián de Salamanca la capital del reino suévico de Witiza en Galicia, con la duda no resuelta de si el palacio del monarca se hallaba en realidad en el cercano Pazos do Rei.

Desde luego, Tui conoció tiempos peores que los actuales, cuando los soldados franceses la ocuparon y, como quien dice, de la noche a la mañana se convirtieron en tropas sitiadas, porque los paisanos resultaron ser más bravos de lo previsto y los hostigamientos fueron tan constantes que los galos no podían salir de las murallas. Así que acabaron metiendo vergonzosamente el rabo entre las piernas y escaparon de entre los venerables parapetos graníticos con grandes dosis de enojo encima y escasa elegancia. Quizás por eso se dedicaron a la no menos vergonzosa tarea de incendiar indefensos barrios enteros, muy en línea con la táctica seguida en aquella España que, decía el emperador, iba a conquistar en plan paseo militar. Escribió el geógrafo Otero Pedrayo que «la frontera proporciona a Tuy una vida particular, de tránsito». ¿Se referiría, también, a acciones como esa?

Más prosaico, un texto del XVIII reza que las calles de la localidad, todavía capital de provincia, «son en cuesta, y sus edificios de mala estructura». La vida no era muy democrática por entonces, no: «El obispo, junto con este [se refiere al cabildo] es dueño de la ciudad, nombra justicia todos los años y algunos regidores añales además de tres o cuatro que son perpetuos». Y remataba: «No es lugar de comercio ni tiene más que el preciso para surtir de géneros la provincia».

¿Es esto hoy en día Tui? Por supuesto que no. En verdad que cuesta trabajo imaginarse dónde está la «mala estructura» de los edificios, porque, empezando por la catedral y siguiendo por las viviendas privadas, todo muestra granito. No hay cemento, no hay ladrillo, no hay asfalto. Es el reino de la piedra noble.