La policía constata la dificultad de investigar en las viviendas, ya que se requiere una orden judicial para intervenir
05 abr 2009 . Actualizado a las 19:28 h.El reciente desmantelamiento de varios pisos en A Coruña donde se ejercía la prostitución en condiciones casi de esclavitud para las chicas ha vuelto a poner sobre el tapete este fenómeno. La operación apunta también hacia una tendencia constatada por varias fuentes y que ha ido trasladando paulatinamente la actividad desde los clubes diseminados por toda Galicia a los pisos camuflados donde las prostitutas ofrecen sus servicios. Esta modalidad ofrece al cliente mayor discreción, normalmente un precio más asequible y un desplazamiento más sencillo. Los pisos donde se ejerce la prostitución suponen también una mayor facilidad para las mafias ya que están menos controlados por la policía. Mientras una brigada de Hacienda o Extranjería puede efectuar controles libremente sobre cualquier establecimiento, entrar en un piso requiere una orden judicial y, por tanto, sólidas sospechas de que en la vivienda se están llevando a cabo actividades ilícitas. La crisis económica está acelerando ese trasvase. Aunque empresarios y profesionales se quejan de que los ingresos se han desmoronado desde las alegres cajas que se registraban hace cuatro o cinco años, la oferta no ha decrecido, al contrario. Sin embargo, es en los pisos donde más se aprecia en tanto que, según fuentes de Anela, la patronal que agrupa a los locales de alterne, muchos clubes en Galicia están pensando en cerrar. El negocio que en el 2004 se cifraba en 1,7 millones diarios solo en Galicia, podría haber caído ya por debajo del millón. Galleguización Otra consecuencia de la crisis reside en la incipiente incorporación de mujeres gallegas en un contexto en el que hasta hace poco el porcentaje de extranjeras era del 98%. La policía dice no poder constatar todavía el fenómeno, pero otras fuentes vinculadas al sector sí lo hacen: «Sin duda -asegura Barreira, propietario del Complejo La Fuente, en Bergondo-. Se ve en los clubes y sobre todo en los pisos». Los colectivos que ayudan a las prostitutas, confirman esta tendencia, que podría acentuarse en función de la profundidad que alcance el deterioro económico. En ese sentido, buena parte de las mujeres españolas que dan el paso prefieren ejercer en un piso. La proliferación de pisos camuflados en los que se ejerce la prostitución ha tenido como consecuencia que las mafias que operan traficando con mujeres encuentren un sistema menos vulnerable para actuar, aunque no siempre, tal y como quedó al descubierto en la última operación policial: «Es muy difícil intervenir -explica un portavoz de la policía- por la inviolabilidad del domicilio. Hace falta una denuncia y eso es complicado. Las chicas se sienten amenazadas, por ellas y por sus familias y, culturalmente, tienen una desconfianza hacia la policía que aumenta las dificultades». Por voluntad propia La policía también señala que la mayor parte de las mujeres que son traídas a España para ejercer la prostitución, no lo hacen contra su voluntad: «Otra cosa es que, cuando llegan aquí, las cosas no son como pensaban: ganan menos, la deuda crece, las condiciones son peores, pero, por triste que sea, muchas prefieren estar así porque no tienen otra salida. Recuerdo la primera vez que intervine en un club, me quedé impresionado porque las chicas, cuando entramos, se echaron a llorar». La explotación en los clubes es más complicada ya que están sometidos a inspecciones de Trabajo, Hacienda o Extranjería. Muchos locales han reorientado la fórmula de explotación hacia hoteles que alquilan sus habitaciones de forma casi exclusiva a las mujeres y cargan el negocio en las consumiciones del pub, donde siempre hay chicas. «Aquí es todo legal -explica sobre su establecimiento el propietario de La Fuente, donde se alojan una media de 70 chicas diarias-. Las chicas son huéspedes del hotel y a mí no me tienen que dar explicaciones. Tienen sus papeles en regla y entran y salen cuando quieren». Las reformas legales han permitido una cierta normalización de los clubes donde, aunque el representante de Anela asegura que están en la legalidad en un 99%, todavía se siguen efectuando intervenciones policiales. Los propietarios, sin embargo, exigen una regulación más amplia.