En Galicia rugen ya los motores de la precampaña. Pero a solo 600 kilómetros (tres horas en AVE a partir del 2013, según los más optimistas), las cosas son distintas. Si se mide en este momento la temperatura política en la capital del Reino, resulta muy difícil suponer que dentro de 41 días se celebrarán unas elecciones en Galicia y el País Vasco cruciales para el futuro de Rajoy y Zapatero.
Sus señorías se desperezan todavía de los fastos navideños y comentan orgullosos sus proezas en la nieve. Mientras, el correo se amontona en sus taquillas del Congreso. Con elecciones o sin ellas, con crisis económica, con frío, calor, lluvia o nieve, los diputados, Zapatero y Rajoy incluidos, no tienen pensado pasar por el Parlamento hasta el 10 de febrero a otra cosa que no sea recoger la nómina y las cestas de Navidad. Llevan así desde el 17 de diciembre.
¿Y Galicia? Bien, gracias, parece la respuesta a cualquier pregunta sobre el tema. Cuando vuelvan a sus escaños, solo quedarán 18 días para las gallegas. Pero incluso eso parece demasiado. Y por ello, el Parlamento, según costumbre no recogida en ninguna ley ni reglamento, suspenderá sus sesiones durante toda la semana anterior a las elecciones autonómicas. Para todos los diputados. Participen o no en la campaña electoral.
Rajoy se quita presión
¿Significa semejante abulia política que a Rajoy y Zapatero les importan poco las elecciones gallegas? Ni mucho menos. Uno y otro saben que incluso por delante de las vascas -tan singulares- serán el verdadero laboratorio de la situación política. Aunque en ese experimento los ingredientes no se combinan igual para uno y otro.
Quien más se juega es Rajoy. Y lo sabe. Por eso, como un entrenador resabiado, se quita presión. El peso político del líder del PP se medirá con el fiel del 1-M. Pero él intenta aplazar esa reválida a momento más propicio. Allá por junio, cuando se celebren las elecciones europeas. Así que Rajoy nos anuncia ahora que no piensa dimitir si el PP pierde las europeas. En su enrevesado código semántico, lo que hay que leer en esa frase es que ese tema -la dimisión- ni siquiera se plantea en caso de no recuperar la Xunta. Aunque habrá que recordarle que eso mismo, que no pensaba dimitir, lo dijo Ramón Calderón el pasado jueves. Y el viernes se despedía entre sollozos porque lo dimitieron los de su junta directiva. Si enlaza tres derrotas seguidas, a Rajoy también lo van a dimitir.
¿Y Zapatero? En principio, su proverbial optimismo y los sondeos que le remite Pepe Blanco lo mantienen animoso. Pero a duras penas logra disimular que a él lo que le ilusiona es lo del País Vasco, y no lo de Galicia. En la Xunta, a lo más que aspira es a no perder un Gobierno que ya tiene. Y eso con la certeza de que el PSOE perderá las elecciones y solo revalidará el mandato repartiendo carteras con el BNG. Por si fuera poco, la posibilidad de que salte la sorpresa y el PP sume un escaño más en Galicia resultaría devastadora para el PSOE. La señal de que en un escenario de crisis no podrán mantener el Gobierno ni siquiera en una plaza tan favorable como Galicia. El principio del adiós. Mejor ni pensarlo.
Pero lo de Euskadi es otra cosa. La posibilidad de ganarle las elecciones al PNV y de que a un político tan similar a él como Patxi López le bailen un aurresku antes de investirlo lendakari mantiene en éxtasis a Zapatero. Y le deja poco tiempo para otras cuitas. Apuesten en dónde se volcará el presidente ante el 1-M. En 40 días lo sabremos.