Flechazo a los 70 en la residencia

A ESTRADA

Dos septuagenarios del centro de mayores de A Estrada se casan este domingo tras un romance de cinco meses que mantuvieron en secreto hasta el último momento

20 nov 2008 . Actualizado a las 02:13 h.

El tópico se confirma en A Estrada: el amor no tiene edad. Lo saben bien Mari Carmen González Cabaleiro y Eugenio Mosquera Lamela, dos septuagenarios que este domingo se unirán en matrimonio en una ceremonia civil oficiada por el alcalde estradense, José Antonio Dono, en la residencia local.

La de Mari Carmen y Eugenio es la historia de un flechazo con todas las de la ley. Uno de esos en los que Cupido tensa cuanto puede su arco y afina su puntería para acertar de lleno. La pareja se conoció al ingresar en la residencia de mayores de A Estrada hace apenas cinco meses. Él venía de su casa familiar en Teo. Ella, de su domicilio estradense. Él había enviudado recientemente. Ella aún no había encontrado alguien a quien mereciese la pena darle el sí quiero. Entre almuerzos y pasodobles, Afrodita se cruzó en su camino. Y cuando los dioses se empeñan, a los mortales poco les queda que hacer.

Mari Carmen y Eugenio no quieren hablar del pasado. Ella, ni siquiera del presente. No le gusta airear su vida privada ni protagonizar grandes titulares de prensa. Pudorosa y tímida, es todo lo contrario de su Romeo. Él es extrovertido y bromista, le gusta llevar siempre las riendas y no tiene reparo alguno en pregonar su amor a los cuatro vientos. «Isto foi un flechazo», asegura. «Viñemos para a residencia hai cinco meses e empezamos a comer xuntos na mesma mesa. Nun mes xa estabamos namorados», comenta alegre.

Nadie podía hacer prever tales acontecimientos. «Antes de vir vivir para aquí fun visitar a unha sobriña que teño, e ela, por meterse comigo, díxome: ''Xa verás, aínda has buscar unha moza na Estrada''. Eu, que quedara viúvo había pouco, contesteille: ''Eu non caso máis, iso seguro''. E xa ves, o domingo caso outra vez», explica Eugenio Mosquera. El prometido mira a Mari Carmen y confiesa: «Agarroume dunha maneira que perdín o sentido completamente». Después, le planta un beso.

La pareja vivió su romance en secreto hasta el último momento. No querían que sus compañeros de residencia se enterasen. El amor creció en la sombra, y cuando hicieron el anuncio oficial de boda todo el papeleo estaba hecho. «Levabamos todo ás agachadas. Cando os compañeiros se enteraron xa era de noite e estaban os papeis feitos. Querémonos e non nos importa nada máis. Queremos casar xa, non temos para que esperar máis tempo, ¿verdade?», dice Eugenio. Mari Carmen asiente.

La boda ha despertado gran revuelo en la residencia. Los prometidos son conscientes de que la noticia se presta a todo tipo de interpretaciones, entrañables o maliciosas. Los comentarios de barra los traen sin cuidado. La familia de Mari Carmen y la de Eugenio, que tiene cuatro hijos, han entendido su decisión y los han apoyado en todo momento. No hizo falta almuerzo de pedida, pero las familias ya han sido presentadas formalmente. Tampoco habrá anillos de compromiso ni vestidos blancos de princesa. La ceremonia será sencilla e íntima y se celebrará a las doce en la residencia. Habrá menú especial por cortesía del centro y baile sin excesos, hasta las nueve y media. Después, la pareja regresará a su diaria luna de miel de excursiones, pasodobles y balnearios.