«Mamá, si te llaman de un 986, piensa en lo peor»

La Voz

GALICIA

16 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

El repaso de la memoria de los caídos desgrana frases idénticas en varias familias. Sensaciones que se repiten en el corazón de las madres, como el atardecer del viernes, el momento en que los soldados solían regresar a casa desde la base de Figueirido: «Muchos viernes miro al teléfono y me parece que va a sonar, que es Pablo avisando de que viene a pasar el fin de semana», explica Concepción, la madre del soldado Iglesias. Algo parecido relatan las madres de los soldados Iván Vázquez y José Ángel Martínez, el vacío del viernes.

Otro recuerdo se repite entre ellas, una frase que los soldados dejaron flotando como un conjuro: «Unos días antes de irse mi hijo me dijo: ''Mamá, si te llaman desde un 986, piensa en lo peor''», recuerda Esther Níñez. «Por eso, cuando esa llamada se produjo, me puse en lo peor. Me dijeron que había ocurrido un accidente y yo pregunté: ''Pero Iván está bien, ¿no?''. Hubo un silencio larguísimo hasta que me contestaron que no, que se encontraba entre los fallecidos».

Mal presentimiento

Concepción no llegó a ver el prefijo maldito, pero explica con una entereza sobrecogedora el momento en que se despidió de Pablo en el aeropuerto de Lavacolla: «Cuando se marcharon tuve un mal presentimiento. Supe que no iba a tardar mucho en recibir la noticia. Se lo dije a mi pareja, y me contestó que no dijera esas cosas, pero yo tenía razón».

Carmen, la madre de José Ángel, no fue a despedirlo al aeropuerto: «Debí ser la única que no fue». A cambio, su hijo les dejó una carta a ella y a su padre: «Las lees y entiendes que él ya sabía lo que le podía pasar». Carmen repasa las cartas alguna vez, pero con lo que todavía no ha podido es con el álbum que el Ejército le hizo llegar con las fotos de José Ángel en Afganistán. Lo tiene guardado con las medallas y otros efectos que recibió: «No sé ni de qué color es la medalla. Aún me falta un poquito para enfrentarme a esas fotos y esos recuerdos. De momento no tengo ni ánimo ni ganas. Le veo en otras fotos tan contento y tan alegre que me parece que aún está aquí».

En el domicilio de Lalín donde viven los padres del cabo primero Agulló, su recuerdo está por todas partes: «A quienes le conocimos ?-dice su hermano-, todas las cosas nos hablan de él».