Los menores internos tanto en el centro Zabaltzen de Vitoria como en el de Amorebieta entran y salen cuando les place, salvo a partir de las once de la noche, que cierran las puertas. En caso de llegar cinco minutos tarde, según denuncian algunos de los chicos que residen en la institución alavesa, los dejan fuera. No ocurre lo mismo en el centro de menores no acompañados de Amorebieta -un viejo caserío con una gran extensión de terreno-. Alejado dos kilómetros de la ciudad, en una zona completamente apartada, el bus es la única salida que tienen. Eso sí, existe una parada frente a la puerta de la institución.
El régimen es abierto. De hecho, la mayoría del tiempo están fuera, bien para acudir a algún tipo de curso por las mañanas, bien para pasear.
Paga semanal
Los internos cuentan con una paga semanal que ronda los diez euros. Todos se quejan de que ese dinero no les llega «para nada». La mayoría fuma y deben mostrarse muy comedidos con los cigarros que pueden consumir cada día.
Pero más que por el tabaco, se quejan del dinero que disponen para llamar a su familia. Esos diez euros apenas les alcanza para hablar un par de minutos, de ahí que algunos de ellos permanezcan semanas sin contacto alguno con sus padres.