Denuncian casos de malos tratos en un centro que envió menores a Galicia

GALICIA

Los internos aseguran que existe hacinamiento y que sufrieron agresiones por parte de trabajadores de Zabaltzen

16 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

La investigación que se sigue en el País Vasco por el envío de menores por parte de empleados del centro Zabaltzen a A Coruña desde el pasado mes de agosto desnudó un problema más sangrante, si cabe, y es el posible uso de la fuerza contra los internos.

Los menores marroquíes que residen en el centro vacían todo el cargador de su ira contra los monitores: «Nos pegan, nos castigan, nos echan a dormir a la calle lloviendo...», claman. Los educadores, que admiten la incomodidad de sentirse acosados por las investigaciones que se ciernen sobre ellos, niegan todas las acusaciones.

Uno de los diez monitores de esta institución, armado con un discurso que pretende desterrar la polémica surgida a raíz del envío de menores a Galicia desde el pasado mes de agosto, asegura que los «chicos se fugaron», que ninguno de los trabajadores «se va a jugar su puesto de trabajo, por muy hacinado que esté el centro, en esa clase de cosas. ¿Qué ganamos con eso?» apostilla.

Sobre las denuncias por malos tratos, es más categórico todavía. «Jamás se les puso la mano encima», afirma rotundo. Este educador se refiere a los marroquíes como «folloneros», como chicos que, «al contrario que los senegaleses, por ejemplo, que son educados y nunca se meten en problemas, se unen, se inventan cosas, causan peleas...»

Apoyo institucional

Los monitores, ahora en el ojo del huracán, cuentan con el asiento de sentirse protegidos por las instituciones vascas. Desde el Instituto Foral de Asuntos Sociales a la consejería que lleva estos asuntos se insiste una y otra vez en que la denuncia presentada por las policías autonómica y nacional en Galicia «es falsa», que todo está en manos de la Justicia «y que será esta la que demuestre la inocencia de los responsables y trabajadores tanto del centro Zabaltzen, de Vitoria, como el de Amorebieta, en Vizcaya». Sobre los supuestos malos tratos en el centro, personal de Servicios Sociales de la Diputación pasa el asunto a la policía y a la Justicia, «quienes son los que han de investigar». No obstante, no creen que exista nada de eso.

¿A quién creer entonces? Parece que solo el paso del tiempo dictaminará si lo que dicen unos y otros es una irresponsabilidad o una confabulación de un grupo de chicos abocada al cubo de la basura.

Lo que sí es cierto es que el centro Zabaltzen, que en la actualidad cuenta con 32 menores, es un polvorín. No hay semana en que no tenga que intervenir la policía para apagar peleas, manifestaciones o protestas de todo tipo. Sin ir más lejos, el pasado lunes los chicos musulmanes salieron a la calle con improvisadas pancartas para protestar porque la carne que les habían dado para cenar no había sido sacrificada de acuerdo con los preceptos del Corán. Esta religión establece que la carne ha de ser sacrificada siguiendo un ritual en el que el animal no puede morir a la vista de otros de su especie, sino sacrificado en nombre de Alá, tras ofrecerle alimento y matado en solitario.

Cuando no es por motivos religiosos, los problemas vienen por denuncias de malos tratos. Siempre hay algo que enciende una mecha que se alarga en el tiempo. Y es que Zabaltzen ha escrito decenas de crónicas negras en Vitoria. El fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Álava, Josu Izaguirre, estuvo a punto a principios de año de cerrar el centro debido a la cantidad de problemas que arrastra. Al hacinamiento se unía el mal estado de las instalaciones. Chicos que tenían que dormir en el suelo, falta de agua caliente, de calefacción... La queja del fiscal facilitó una reforma ya concluida. Si bien es cierto que el edificio es hoy un lugar con buena apariencia, lo que ocurre dentro, según los internos, puede derivar en un proceso penal no ya por el envío de menores a Galicia o a Francia, sino por delitos de malos tratos, según fuentes judiciales de Álava.