«Como che caia un pau na cabeza, que che vai facer o casco»

GALICIA

Taladores de eucaliptos explican las características y los riesgos de su trabajo

28 jul 2008 . Actualizado a las 02:44 h.

Hace calor. El rugir de una motosierra se escucha a lo lejos. A continuación se oye una especie de silbido. Es el sonido provocado por un árbol que, como el arco de un violín, cae cortando el aire. Esas huellas acústicas son las que llevan hasta un claro en el monte de As Rozas, en el municipio coruñés de Cariño. Allí ya no hay sombra y el sol pega más fuerte sobre las cabezas de Vicente, Carlos y Donato. Ahí, en la parte alta del monte, llevan ya varios días «tirando paus» a mano, con motosierra. Uno a uno.

Los eucaliptos, en el lenguaje forestal que emplean en la costa norte de A Coruña, no llevan el nombre común de la especie. Son «paus», una definición que emula la figura alta y estilizada que alcanzan esos árboles originarios de Australia. Empezaron su jornada a las nueve de la mañana, pararon a la una para comer y continuaron a las dos y media de la tarde. «Estaremos ata a seis e media», explica Vicente, el dueño de Maderas Chencho, una empresa dedicada a la tala de árboles en la zona.

Lo suyo no es solo cortar, además tienen que retirar las ramas que quedan para que el monte permanezca limpio. También bajan los troncos en tractor hasta una zona en la que puedan ser cargados en un camión. Hablan sobre su trabajo, sobre medidas de precaución y sobre cómo hace un par de semanas murió un hombre «porque lle caeu un pau».

Para cortar hay que conocer. «Non é fácil», dicen. El casco, los guantes y el pantalón de protección que llevan, tal y como establece la ley, ayudan, pero no evitan muertes. «Como che caia un pau na cabeza, que che vai facer este casco. Antes non había isto», comenta Vicente mostrando el casco de plástico que acaba de quitarse de la cabeza. La experiencia es, quizá, la mejor prevención. Este hombre aprendió el oficio de su padre, que también era talador. «A vida enteira levo facendo isto», explica.

En temas de prevención de riesgos laborales, Vicente reconoce que hay personas que muchas veces, sobre todo en los meses de verano, quitan alguna pieza del equipo, algo que no hay que hacer. «Claro, o casco no verán?, con este sol? é moita a calor que che entra. O pantalón de protección ten unha tela que tampouco é moi lixeira...», añade. Pero los tres coinciden que peor que el calor «é cando chove».

Una técnica especial

Pero derribar eucaliptos requiere una técnica especial. Carlos, un portugués que trabaja en la empresa de Vicente, es también un experto. Con una pantalla protectora agacha su cuerpo junto al tronco de un «pau» de unos veinticinco años y mete la motosierra justo por el lado contrario a donde está el claro del bosque. «Hai que cortar polo lado contrario para que non caia para onde están as outras árbores», explica su jefe. Cuando ya ha cortado la mitad del tronco, el talador lo ayuda a caer. Con un toque suave, como una última caricia.

No fue difícil tirar ese pau . Unos tres minutos. El próximo será más complicado. El tronco es más gordo y hay que cambiar la dirección de caída. Esta vez, el experto talador no está solo. Le ayuda su compañero Donato con una cuña. Es un pequeño hierro que se va metiendo en el tronco para poder derribarlo en la dirección elegida. Es una fórmula. Otra es utilizar un Tractel, una palanca con un cable que también tiene la misma función.