Los baches de la primera macrourbanización de la villa

La Voz

GALICIA

13 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

El desarrollo de Piñeiro no es el primer escollo que encuentran las macrourbanizaciones en Miño. Hay otro fallo del TSXG contra el procedimiento de adjudicación de Costa Anácara, la urbanización de cerca de 1.500 viviendas que Martinsa-Fadesa construye en Miño.

Esta firma fue la primera en llegar a este municipio coruñés, que cuenta con poco más de 5.000 habitantes en invierno y más de 15.000 en verano. La oposición asegura que de un tiempo a esta parte el alcalde se cegó con las ideas de las grandes constructoras. «Qué vamos a hacer si todas estas casas se llegan a habitar algún día; qué vamos a hacer con el suministro de agua, por ejemplo, que ya es deficitario y obliga cortarla en algunas zonas, como la playa, en verano», se preguntan desde el PSOE de la localidad.

El alcalde replica que la llegada de todas estas compañías reportará importantes ingresos: por Piñeiro un canon de seis millones al año y obras por valor de más de cuatro; mientras que la promotora Martinsa-Fadesa se ha comprometido a construir una nueva depuradora.

Además de problemas judiciales, hasta el pasado 31 de mayo Costa Anácara solo contaba con 378 licencias de primera ocupación del total de 1.217 viviendas y parcelas que tiene a la venta.

Con licencia

La promoción está formada por viviendas colectivas, de las que se han construido 384 y vendido 378, precisamente las únicas a las que Urbanismo ha dado licencia. Hay 172 adosados, de los que se han vendido 169; 272 pareados construidos, de los que solo 121 tiene dueño y 389 parcelas (de 800 y 1.000 metros) y aún 148 disponibles.

Fadesa también intentó hacerse con el desarrollo de monte Piñeiro, al igual que Vallehermoso y la UTE de Lugo, a través de un concurso que finalmente se llevaron los empresarios lucenses. Fuentes municipales aseguran que los tres proyectos aportaban soluciones similares a las dificultades constructivas de las laderas naturales de Piñeiro.

Las compañías coincidían en proponer que en la cumbre se ubicase el edificio municipal. Y todas trataban de sacar el máximo partido a la zona, muy elevada y desde la que se ve el mar y la playa.