El Parlamento fracasa de nuevo al intentar condenar el ataque a San Gil

GALICIA

El PP supeditó su apoyo a que se reprobaran los actos contra los grupos que defienden la pluralidad lingüística

14 feb 2008 . Actualizado a las 12:04 h.

El Parlamento gallego realizó ayer, por segundo día consecutivo, un nuevo ejercicio de indolencia política y falta de reflejos al fracasar en el intento de condenar la agresión sufrida por la presidenta del PP en el País Vasco, María San Gil, cuando el martes se disponía a ofrecer una conferencia en la Facultade de Económicas de Santiago. Aunque tanto el PP como el PSOE y el BNG reprobaron por separado el altercado protagonizado por un grupo de radicales, no fueron capaces de ponerse de acuerdo para aprobar una resolución conjunta.

El PP, de un lado, y los socios del bipartito, del otro, se culparon mutuamente de impedir el acuerdo. El líder de los populares, Alberto Núñez Feijoo, se encargó de abrir fuego contra el presidente de la Xunta durante la sesión de control al reprocharle que se dedique a criticar al PSD, equivalente luso del PP, mientras se cruza de brazos antes «actos totalitarios», dijo, como el desatado contra San Gil.

Emilio Pérez Touriño adujo que el PSdeG mostró en un comunicado «a súa repulsa» por lo ocurrido, algo a lo que se agarró también el portavoz del Bloque, Carlos Aymerich, quien apuntó que su formación hizo lo propio reprobando la agresión. Pero Feijoo insistió en acorralar a ambos socios en la Xunta, revelando que el martes se negaron a apoyar el borrador de condena que les presentó el PPdeG.

Los «chicos de Feijoo»

«¡Mentira, mentira!», vociferaba el socialista Ismael Rego desde su escaño, mientras los nacionalistas le hacían a Feijoo gestos palmeándose la cara. Es más, Aymerich dinamitó su interlocución con el popular Manuel Ruiz Rivas, al desvelar una conversación privada según la cual este último ha marcado distancias con su formación por el modo en que gestionó el asunto y aducido que era cosa de «los chicos de Feijoo» ante la que no tenía «nada que hacer».

Ruiz trató de corregir a Aymerich, a la vez que admitió, a instancias de Rego, que el PP no remitió a los demás grupos su propuesta de resolución, pues estos al parecer le transmitieron por teléfono que no la iban a apoyar. Pero, pese a los encontronazos de la primera hora, los grupos hicieron al mediodía un nuevo ejercicio de pactar una resolución para reprobar la agresión. El PSOE y el BNG pergeñaron por su cuenta la columna vertebral de dicha declaración, de solo dos párrafos, en los que se hacía un llamamiento a «esforzarnos en preservar» la convivencia pacífica de la sociedad gallega, a la vez que se condenaba «sen paliativos» los actos violentos desatados contra la política vasca y sus escoltas.

El PP se sumó a la negociación, pero pidió incorporar un tercer párrafo al texto para condenar, igualmente, las agresiones contra dos asociaciones que «defendían la pluralidade lingüística» en Galicia. De igual modo, Ruiz advertía que a su partido no le valía una posición de «mornura e tibieza» con esta cuestión.

La insistencia de los populares en mezclar las dos cuestiones, bajo el pretexto de que para ellos la violencia no produce «afectados de primeira e de segunda», acabó por abortar el consenso. Aymerich consideró «obsceno» que el PP intentara «sacar proveito electoral» de la agresión a María San Gil, mientras Rego atribuyó el desencuentro a la «intransixencia persoal» de Feijoo, sobre el que dijo que deseaba una resolución en la que se tuviera «pouco menos que declarar o estado de excepción en Galicia».