Vecinos de Vigo ocupan la depuradora en protesta por los olores que genera

VIGO CIUDAD

10 nov 2007 . Actualizado a las 03:12 h.

La protesta contra los malos olores que genera desde hace una década la principal depuradora de Vigo se radicalizó en la noche de ayer. Poco después de las ocho y media de la tarde un centenar de vecinos decidió ocupar la instalación en protesta por lo que consideran falta de apoyo del concello. Un pequeño grupo se introdujo en el edificio y los demás se mantuvieron fuera, cortando la carretera junto a la que se encuentra la instalación.

En medio de gran nerviosismo, los encerrados exigían la presencia del alcalde, Abel Caballero, o de la concejala responsable de la instalación, Isaura Abelairas, para deponer su actitud. Fuentes del gobierno municipal descartaron que acudiera cualquiera de ellos, dada la tensión que se respiraba. De hecho, los encerrados rechazaron los sucesivos ruegos de varios agentes municipales para abandonar el lugar. El anuncio de que la ocupación de una propiedad privada podría tener graves consecuencias no hizo mella en personas sujetas a una gran tensión tras diez años de padecimientos.

En cualquier caso, la intención de los responsables políticos era la de evitar el desalojo mediante la policía. Ante este planteamiento, los vecinos afrontaban una larga velada de encierro, aunque pasadas las diez de la noche los agentes policiales fueron reforzados con otros antidisturbios.

Ante la seguridad de que a corto plazo no existe solución para los problemas que genera la planta, los vecinos reclamaban ayer garantías serias de realojo al concello vigués. No están dispuestos a aceptar «que en momentos puntuales nos ofrezcan una noche o dos de hotel, y siempre quejándose del coste que supone; queremos un realojo efectivo y que nos ofrezcan viviendas para facilitarlo».

En el lado municipal anoche se insistía en que los olores habían desaparecido una vez que los reactores de lodos han vuelto a rellenarse tras la reciente avería. No obstante, en la próxima limpieza en primavera el problema se volverá a plantear.

A las once de la noche la situación seguía igual, con numerosos policías vigilando a los encerrados, a los que apoyaban en el exterior sus convecinos.