Remedios para las aulas vacías

GALICIA

En la Facultade de Filoloxía de Santiago hay 196 alumnos matriculados en el primer curso de sus nueve carreras, de ahí que algunas clases se impartan de modo conjunto

24 oct 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

En la Facultade de Filoloxía del campus de Santiago los ánimos están caldeados. Están hartos de que siempre que se habla de la escasez de alumnos se recurra a este centro. «Parece que hay una campaña para que nos cierren la facultad», comenta una profesora.

Lo cierto es que con los datos de matrícula que ha facilitado la propia universidad, y a falta de contabilizar los alumnos Erasmus, de programas similares o los estudiantes de tercer ciclo, las nueve filologías que se imparten en Santiago suman en su primer curso 196 alumnos, lo que supone una media de 21,7 estudiantes por año en cada licenciatura. Cierto es que la situación es muy dispar por especialidades, ya que mientras la inglesa tiene 64 alumnos en primero, la gallega 31, la francesa 30 o la hispánica 29, el resto oscilan entre los 18 de la clásica y los tres de la portuguesa.

La solución que han planteado los responsables universitarios, y que recoge el propio borrador del grupo de trabajo del Consello Galego de Universidades, es el de agrupar titulaciones en un tronco común, con itinerarios diferentes en función de las distintas especialidades.

Sin embargo, en una visita por los pasillos de esta facultad puede verse que, en la práctica, el centro ya está aplicando este criterio en algunas de sus clases. A las cuatro de la tarde hay clase de Filoloxía Románica en el aula 10. Según la matrícula, en el mejor de los casos aparecerán diez alumnos. Sin embargo, el aula registra un número considerable de estudiantes, porque la única alumna de románica que tiene esta asignatura va a clase con sus compañeros de hispánicas. Lo mismo ocurre con la alemana. En los papeles son siete estudiantes en primero, pero el aula está prácticamente llena.

Suma de alumnos

Lo que ocurre es que todas estas especialidades comparten numerosas asignaturas troncales, por lo que debido a la escasez de estudiantes se reúnen varias filologías en un aula. En este caso están juntos alumnos de clásica, francesa y alemana. «Hoy no están todos, pero yo puedo tener hasta sesenta alumnos», dice su profesora.

El problema no está, obviamente, en las materias troncales, sino en aquellas específicas de cada titulación en las que no puede agruparse a alumnos, y en donde los pupitres vacíos son más evidentes.

Alba Aguete Cajiao estudia primero de Filoloxía Románica en Santiago. Lo tuvo muy claro, «porque me gusta la carrera y me gustan las lenguas». En la matrícula de primero de esta titulación figuran diez alumnos en la estadística oficial. Ella solo conoce a otra joven matriculada en primero de esta carrera. Sin embargo, la idea de agrupar las distintas especialidades en un tronco común no le hace ninguna gracia. «Personalmente me parece horrible porque la enseñanza en España no podía caer más bajo», dice. Para esta alumna no va a ser lo mismo que un profesor imparta clases específicas de una titulación como la suya o que tenga que hacer una docencia más generalista para adaptarse a varias ramas.

En cuanto al número de alumnos por aula, y pese a conocer solo a otra estudiante de románica, Alba asegura que la clase en la que están menos alumnos, la de Introducción a la Filoloxía Románica, sobrepasa la veintena entre estudiantes Erasmus y de otras especialidades. Ni siquiera ve problemas al futuro laboral de esta titulación: «Yo creo que cuando se dice que una carrera no tiene muchas salidas profesionales es porque no se informa bien de ello. Tiene una salida profesional excelente».