Es líder tras vencer en Corea, donde Webber y Vettel abandonaron, y podría proclamarse campeón en Brasil, en el próximo gran premio
10 nov 2010 . Actualizado a las 19:01 h.Del caos de Yeongam emergió Fernando Alonso. Vencedor y líder. Y en el pozo coreano de agua y barro se hundió Red Bull. La caprichosa balanza del Mundial volvió a moverse y llevó a la cima al asturiano. Mark Webber fue desalojado de la primera plaza del campeonato. Abandonó después de un accidente provocado por un error propio. Y Sebastian Vettel se retiró por rotura de su motor cuando comandaba el gran premio. Alonso, impecable otra vez, logró su quinto triunfo del año. Lewis Hamilton y Felipe Massa lo acompañaron en el podio. El asturiano no es uno de los candidatos al título. Es el gran aspirante. Se trata del único que puede proclamarse campeón en el próximo gran premio, en Interlagos, la penúltima cita de la temporada. Ferrari ve la luz al final del túnel.
Con la pista cubierta de agua por el deficiente drenaje y el arranque comandado por el coche de seguridad, se desvanecía el sueño del bicampeón, adelantar a alguno de sus rivales en la curva tres. El objetivo había cambiado. Y era mantenerse en la pista. Más que recorrer la pista los pilotos la surcaban a ciegas. Lewis Hamilton, necesitado de puntos, aseguraba que se podía correr con neumáticos intermedios. Vettel comentaba que había demasiada agua. La carrera, azotada por los elementos y las carencias del circuito, se paró y se reanudó.
Todas esas dificultades, que pudieron con el pilotaje de Webber y que ayudaron a destrozar la mecánica de Vettel, no erosionaron la solidez de Alonso. El español incluso volvió a sufrir la maldición de la tuerca en su parada y perdió el segundo puesto con Hamilton, pero lo recuperó sin titubeos para seguir presionando a Vettel.
Debido al retraso en la salida de la prueba, comenzó a oscurecer en las últimas vueltas. De nuevo, distintas versiones según el puesto en el Mundial. Vettel indicaba que casi no tenía visibilidad. Hamilton señalaba que la luz estaba bien. El niño mimado de Red Bull era líder virtual del campeonato. Todos comenzaban a sufrir el desgaste de las gomas. Y el alemán quería un final feliz. Pero en la vuelta 45 su coche perdió velocidad y Alonso lo superó con facilidad. Fue el inicio del fin. Luego vinieron el humo y las chispas del RB6.
El semblante agridulce de Martin Whitmarsh, jefe de McLaren, era un síntoma de lo ocurrido. Los Red Bull retroceden. Button, incapaz de gobernar su coche, se descuelga más todavía. Hamilton resucita en el Mundial. Y el hombre a batir es Alonso.