El declive de la despensa del XVIII

Luís A. Núñez

FERROL

El molino de Xuvia «dio de comer a la comarca» al triturar al año 452 millones de metros cuadrados de trigo; las ocupantes de la factoría son ahora las malas hierbas

22 feb 2010 . Actualizado a las 13:20 h.

El largo proceso expropiatorio del molino de Xuvia (desde finales del 2008 es propiedad municipal) ha dejado años de investigación y documentación sobre la historia de esa factoría. Uno de los estudiosos que han indagado la trayectoria de la molienda es Andrés Pena. La Voz recorrió con el historiador de Narón y el concejal de Urbanismo, Manuel Ramos, el interior de las instalaciones para repasar como lo que en otro tiempo fue una de las industrias más pujantes de la comarca, acabó transformándose en una ruina que ahora el Concello pretende rehabilitar.

«Este molino dio de comer a toda la comarca», señala Pena. Para eso se basa en sus estudios y en los de otros colegas referenciados en el libro editado en el 2007 por el Concello bajo el título Industrias e reais fábricas de Narón en tempos da Ilustración. Por una parte, los archivos históricos recogen la llegada a la ría de Ferrol de grandes cargamentos de grano de trigo que después se repartirían entre las moliendas del puente de Xuvia y la de As Aceñas. Y la primera, explica Graña, tenía la capacidad de triturar 70.000 fanegas al año, es decir, el equivalente a 452 millones de metros cuadrados de trigo.

Fue el francés Juan Lestache Nugos (Vianne, 1742) el artífice del milagro. Su llegada a la ría de Ferrol y su posterior matrimonio con una vecina de Neda fructificaron en la construcción del molino de Xuvia y la vivienda anexa.

Hoy en día, las administraciones reconocen el valor histórico del patrimonio ilustrado de Ferrol, a cuyos arsenales destinaban buena parte de la producción harinera de la desembocadura del río Xuvia. El legado de los arquitectos militares del siglo XVIII opta a convertirse en Patrimonio de la Humanidad. Mientras tanto, una de las piezas del mismo puzle industrial de la ría, el molino naronés, se pierde en procesos burocráticos y aumenta su deterioro a marchas forzadas.

En su interior cuesta adivinar las estructuras que aún se mantienen en pie y los sistemas mecánicos empleados por el molino para hacer la harina. Un manto de malas hierbas son ahora los únicos ocupantes del inmueble, que carece de cubierta y cuyos muros de mampuesto empiezan a inclinarse por acción de la humedad y los años sin recibir mantenimiento de ningún tipo.

El molino se asienta sobre un solar de casi 550 metros cuadrados construidos. Y en su interior se pueden contemplar aún algunas estancias intactas. No obstante, desde que sus ruedas de piedra dejaron de moverse, en torno a los años sesenta, el deterioro de esta gran despensa del siglo XVIII avanzó a pasos agigantados hasta culminar con el desprendimiento del tejado central.

Tras finalizar la expropiación con un coste de 262.500 euros para las arcas locales, el gobierno municipal consignó 200.000 euros más para iniciar la intervención más urgente, la colocación del tejado y la limpieza interior y exterior. La rehabilitación integral se presume que costará mucho más del millón y medio estimado inicialmente. Para ello, el Concello prevé buscar fondos de la Unión Europea. Pero es otra administración la que mantiene el molino parado.

El departamento de Costas de Galicia, dependiente de la Xunta, aún no ha dado su visto bueno para que el Ayuntamiento invierta esos primeros 200.000 euros. Mientras tanto, la maleza sigue creciendo y los muros se arrodillan un poco más.