Un molino enrocado en su historia

Luís A. Núñez

FERROL

Los muros del siglo XVII de la antigua factoría harinera de Xuvia esperan desde ?abril por el permiso de Patrimonio de la Xunta para recibir su primer tratamiento

15 nov 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

La antigua fábrica de harina de Xuvia ya no tienen interés comercial. Sus piedras de moler están enmohecidas. Y su situación al final de la ría la oculta de las miradas de quienes ya no cruzan el antiguo puente de piedra por la comodidad de As Pías o el viaducto de la autopista para desplazarse a Ferrol. Al viejo molino ya solo le queda su historia y poco más.

Nueve años le costó al Concello hacerse con la propiedad mientras, abandonado por completo, el inmueble iba perdiendo lustre. El largo proceso expropiatorio culminó el pasado abril, y entonces arrancó una nueva odisea de trámites, estudios y permisos para conseguir mantenerlo en pie. Y aún es hoy el día en el que las paredes, lo poco que queda por desplomarse, están enterradas en un laberinto burocrático.

En abril, el gobierno municipal anunció la existencia de una partida económica de 200.000 euros para consolidar la edificación; es decir, para frenar su deterioro. Pero, ¿por qué no se ha llegado a ejecutar la obra desde entonces? El molino de Xuvia cumple varios de los requisitos para permanecer en el dique seco. Uno de ellos es su valor histórico. Construido en el siglo XVII como uno de los referentes del despegue industrial de la ría, cualquier movimiento en su entorno está severamente protegido por Patrimonio. Cada intervención debe contar con el permiso de ese organismo de la Xunta.

Tras la adquisición, el Concello cursó todos los trámites ante la Consellería de Cultura. Pero lo único que lograron desde entonces fue el visto bueno para desbrozar la maleza de la entrada. Explica el concejal de Medio Ambiente, Manuel Ramos, que esos trabajos fueron simplemente para facilitar el acceso de los técnicos al edificio. Patrimonio requirió un estudio arqueológico detallado. Y el panorama que se encontraron cuando franquearon la puerta era tan desolador como previsible. Recuerda el edil que el molino carece de cubierta en la mayor parte de la estructura. Eso agrava más la situación debido a la constante entrada de agua de lluvia en el interior del inmueble.

Pero no es todo. Los suelos están destrozados y los tabiques interiores, antaño sólidas paredes de piedra mampuesta, se inclinan peligrosamente y amenazan con desplomarse de un momento a otro. Lo único que parece resistir el paso del tiempo son las grandes piedras con las que hace siglos se molía grano a destajo.

Hace meses que Patrimonio recibió el informe del Concello. Y primero fue septiembre el mes en el que anunció la Xunta la resolución del permiso. Después se retrasó a octubre. Y ahora espera el gobierno local a que la dirección xeral tome una determinación en la comisión de este mes para empezar las obras y evitar que esos muros, que han resistido en pie durante trescientos años, se vengan abajo.

La partida de 200.000 euros sigue sobre la mesa. Pero el barullo administrativo no concluye ahí. El molino está también afectado por otros organismos. Al estar en la desembocadura del río, no hay certeza sobre si es Costas o Augas de Galicia quien deba dar el visto bueno. Por si acaso, el concejal afirma que se ha solicitado permiso a los dos. Aunque se espera que su dictamen no sea tan complejo como el de Patrimonio.