Un padre y un hijo pegados al pedal

TEXTO Beatriz Antón FOTO Marcos Creo

FERROL CIUDAD

Alberto Fernández comenzó a andar en bicicleta siendo un crío y hoy asegura que no puede vivir sin pedalear; su hijo, de solo 7 años, le acompaña en casi todas sus salidas

19 oct 2009 . Actualizado a las 19:41 h.

Alberto Fernández Pereira no entiende la vida sin darle al pedal. Comenzó a andar en bici cuando era un crío, a los 14 empezó a hacer salidas por la carretera con más aficionados y, a punto de cumplir los 20, comenzó su idilio con el ciclismo de montaña. Hoy en día, con 36, trabaja como aparejador, está casado y tiene dos hijos a los que atender -Adrián, de 7 años, y Carla, de uno-, pero aún así, siempre que puede, Alberto se pone el chándal para recorrer 30 o 40 kilómetros de un tirón por los montes de la comarca.

«¿Que por qué me gusta tanto esto? Pues sobre todo porque me permite desconectar, sentirme libre y descubrir un montón de sitios increíbles que no podría conocer si no fuese por la bici», explica sonriente. Mientras habla, su hijo Adrián lo mira muy atento y mete baza en cuanto puede: «A mí también me gusta mucho la bici y a los tres años ya sabía andar yo solo», apunta orgulloso.

Ante la cara de sorpresa, el padre de Adrián da fe de sus palabras y explica que su hijo aprendió a manejar los ciclos gracias a una bici sin pedales. «Cogió soltura enseguida y después todo vino rodado; a los dos años ya llamaba la atención de la gente por el paseo de Ares».

No contento con transmitir su pasión a sus hijos -incluso a la pequeña Carla, a la que lleva de paseo en un sillín especial para niños-, Alberto quiso contagiar su fiebre por la bici a más gente. Y, por eso, hace ahora unos cinco años, se hizo socio del Club Ciclista Ferrol, a cuyo frente se encuentra su primo, Juan Martínez. «Ayudo a organizar marchas y otros eventos y participo en ellos siempre que puedo», explica Alberto.

Junto a él, Adrián también se pone frente al manillar en esos maratones sobre dos ruedas. Pero no para recorrer tres o cuatro kilometrillos de nada, como cabría esperar de un niño de su edad, sino para enfrentarse a lo que le echen. ¿Por ejemplo? «En la marcha Roda en Familia de Ares se hizo 19 kilómetros y en las 108 horas co Deporte de Ferrol recorrió unos 13», explica su padre.

Alberto aprovecha la entrevista para reivindicar más carriles-bici en la comarca y carreteras con arcenes más anchos para los ciclistas, a pesar de que a él esas mejoras no le afectarían demasiado. Porque a Alberto, lo que realmente le gusta es la bici de montaña. «Ahí sí hemos notado un gran aumento de la afición; antes nunca me encontraba con nadie por el monte y ahora es raro el día que no te cruzas con alguien que también va en bici».

Sin embargo, y a pesar de que la montaña es su terreno natural, a Alberto le da igual que no haya desniveles imposibles o saltos de vértigo. «Yo disfruto de esto de todas las maneras, ya sea subiendo grandes pendientes o de paseo con los niños: si hay una bici ya me lo paso bien». Y es que para Alberto, como para su hijo, la vida resulta mucho más feliz dándole al pedal.