Siria pide ayuda a la Universidade da Coruña para salvar sus yacimientos

Ana de Antonio

FERROL

16 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Cuando hace cuatro años comenzaron a estudiar una región de Siria poco explorada por la investigación moderna, no imaginaban que tiempo después el agua se comería su objeto de análisis. El tramo del río Éufrates de unos 60 kilómetros ubicado entre la garganta de Halabiya y la ciudad Dier-Ez-Zor, era hasta ese momento un completo desconocido desde el punto de vista arqueológico. A finales del 2004, el Ministerio de Cultura de Siria y la Facultade de Humanidades de la Universidade da Coruña, en el campus de Ferrol, firmaron un acuerdo para crear una misión arqueológica conjunta entre ambos países. Juan Luis Montero Fenollós, profesor de Historia Antigua y vicedecano de la Facultad de Humanidades, dirigiría la parte española del proyecto.

Además de explorar una zona de la que no se conocían yacimientos, su equipo quiso estudiar los aspectos territoriales del reino sirio-mesopotámico de Mari, es decir, si en esa zona pudo haber existido una frontera política y territorial, pues la natural existió. Partiendo de esa hipótesis y teniendo en cuenta que el Éufrates fue navegable para barcos de tonelaje, el equipo coruñés comenzó a trabajar en el 2005 con el objetivo de encontrar evidencias de que el reino de Mari creó su frontera norte en esa garganta del Éufrates.

Las investigaciones arqueológicas dirigidas por el profesor Montero convirtieron a ese equipo en el mejor conocedor de la zona a nivel mundial. Una realidad de la que acaba de echar mano el Gobierno sirio, que ha decidido construir una presa al sur de la garganta, la tercera mayor del país. Comenzará a levantarla dentro de un año porque necesita electricidad.

Antes de que el agua arrase la zona, las autoridades sirias quieren salvar su riqueza histórica. Para ello, han redactado junto a la Universidade da Coruña un informe sobre los yacimientos cercanos y lo que supondrá su destrucción. Siria pretende con este documento hacer una llamada internacional para que investigadores de todo el mundo saquen el máximo provecho a lo que dentro de poco enterrará una presa. Eso sí, de los ocho yacimientos localizados por Montero, dos serán estudiados por su equipo. Siria reconoce así su labor y experiencia sobre el terreno. El resto se los disputan arqueólogos de otros países, alemanes, rusos, belgas... y muchos tendrán que compartirlos.

Dos joyas del Éufrates

Por si fuera poco, estos dos yacimientos -Tall Qubr y Tall Humeida- son de los más importantes. En el primero, de la Edad del Bronce, trabajan desde hace dos años. Hace poco lograron confirmar su hipótesis: que este yacimiento fue una ciudad fortificada que fundó Mari hacia el 2.600 antes de Cristo para controlar el acceso a su reino por el norte a través del Éufrates.

El segundo yacimiento es el que «más novias tiene», explica Montero, «pero con él se nos reconoce nuestro trabajo previo». Es del 3.500 antes de Cristo, de la civilización que inventó la escritura y la ciudad, algo que lo hace especialmente atractivo, pues es un foco perfecto para estudiar el paso de aldea a ciudad. Tras los estudios previos, los arqueólogos ferrolanos iniciarán las excavaciones en los próximos meses. Sus conocimientos sobre la zona y la custodia de esos importantes yacimientos convierten al equipo de Montero, tras el Ministerio de Cultura sirio, en la voz más importante del proyecto.

El profesor de Historia Antigua cuenta con un equipo de unas quince personas, entre ellos fotógrafos, arquitectos, topógrafos, antropólogos, arqueólogos, historiadores y dibujantes. Sus estancias en suelo sirio no suele superar el mes y de su último viaje regresaron hace apenas unos días.

Allí trabajan desde las cuatro de la mañana hasta las doce del mediodía, las altas temperaturas les impide seguir un horario normal de trabajo. Por las tardes, bajo techo, analizan los avances de la jornada y empiezan a investigar las piezas encontradas.

El Ministerio de Cultura español, el Concello de Ferrol y una fundación siria son los grandes patrocinadores de este proyecto, que pretende que el agua no acabe con una parte muy importante de la Historia.

El progreso y el yacimiento

A pesar de ser un apasionado de su profesión, de la que habla con gran orgullo, y lamentar como arqueólogo la pérdida de varios yacimientos descubiertos por su equipo, Montero reconoce que «hay que entender el progreso, Siria construirá la presa porque necesita electricidad. No podemos ser hipócritas, yo soy el primero que cuando voy allí para trabajar quiero que me funcione el portátil», afirma.