Los científicos de A Graña encuentran bivalvos con las conchas parcialmente construidas con carbón

X.?V.?G.

CIENCIA

15 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

En la ría de Ferrol viven 18 especies únicas en el mundo. Han sido catalogadas durante los últimos años por los científicos de la Estación de Boloxía Mariña de A Graña. Esas especies, incapaces probablemente de adaptarse a otros lugares distintos de la ría, están gravemente amenazadas por la crítica situación medioambiental del brazo de mar.

La desaparición de esas especies sería la más difícil de reparar, pero es solo una más de las consecuencias que la contaminación está teniendo para el ecosistema de la ría. La más evidente es la degradación de los bancos marisqueros, en los que trabajan unos 550 mariscadores legales y un número indeterminado de furtivos. Antaño eran muchos más, pero la cifra de personas que viven del mar se ha desplomado en la misma proporción que lo han hecho las capturas.

El derrumbe del marisqueo

En 1998 se extrajeron de la ría 700 toneladas de marisco legal. Fue el máximo. Desde entonces la producción ha descendido a toda velocidad y en el 2008 apenas se capturaron 202 toneladas de marisco. Este año, al reorganizarse las fechas para salir al mar, la producción ha repuntado. En el primer semestre del año se capturaron casi 120 toneladas, frente a las 55 del año pasado. Las cifras han aumentado, pero sin duda se quedarán muy lejos de 1998.

El descenso más impresionante se ha dado precisamente en el banco más rico de la ría, el de As Pías. La zona está parcialmente invadida por los restos del puente que derribó en 1998 el Discoverer Enterprise . Se han llenado de mejillones, que ocupan 100.000 metros cuadrados e impiden que las almejas se desarrollen. Según cálculos de la Cofradía de Barallobre, la densidad de almeja por metro cuadrado en esa zona se ha reducido en un 75%.

Pero también resultaron dañados otros bancos como el de Santa Lucía o la playa de Barallobre, ambos afectados por rellenos para infraestructuras.

Las ensenadas

También se encuentran en muy mal estado las ensenadas. En la de A Gándara es prácticamente imposible encontrar seres vivos mayores que las bacterias anaerobias (que no crecen en presencia de oxígeno) entre la arena. La situación de A Malata es solo ligeramente mejor.

Crecen algas verdes, pero precisamente su fuerte presencia «es un síntoma de lo contaminadas que está», señala Victoriano Urgorri, catedrático de Zooloxía Mariña. Esas algas soportan condiciones mucho peores que las pardas, que no crecen en zonas contaminadas, y cuando mueren y se descomponen su materia orgánica se suma a la depositada por las aguas fecales, lo que impide la oxigenación del suelo y el desarrollo de la vida marina.

El carbón en las conchas

Otro síntoma de la contaminación que invade la ría, en este caso de tipo industrial, lo obtuvieron los científicos de A Graña cuando encontraron los ejemplares de cylindracea de la fotografía. Los moluscos, de muy pequeño tamaño, fueron recogidos en las inmediaciones del puerto y normalmente sus conchas son blancas. Sin embargo, esos ejemplares presentan vetas negras.

«No es que estén manchados de carbón -señaló Urgorri-, es que lo han integrado en sus conchas». El biólogo afirma que la presencia de carbón en las inmediaciones del puerto es muy elevada y que los métodos para volcarlo y transportarlo provocan que una gran parte acabe en el fondo de la ría.