La reforma del Torrente Ballester, que en ningún caso conllevará la interrupción de la actividad del edificio, comenzará en los próximos días con el repintado de la fachada del inmueble, construido en el siglo XVIII para albergar el Hospital de Caridad. «Vaise volver pintar de branco, que é o que determinou Patrimonio», señalaba ayer la concejala de Cultura, Mercedes Carbajales. Pero la intervención irá mucho más allá de lo meramente estético. Además de «evitar que a fachada principal do edificio mostre eses desconchados que a afean agora», el Concello quiere poner fin a las filtraciones de humedades que afectan al interior del inmueble.
El Ayuntamiento de Ferrol inicia así la rehabilitación integral del inmueble. Un proyecto que, como recuerda la propia Concellaría de Cultura, precisa, para ser ejecutado en su conjunto, de tres millones de euros... con los que todavía no cuenta. A la espera de poder reunir esos fondos, que necesariamente habrán de tener procedencia supramunicipal, el Concello afronta ahora las obras «máis urxentes» del Torrente Ballester con un desembolso de 238.000 euros. Una cantidad de la que 100.000 euros han sido desembolsados por la Diputación Provincial, y el resto por el Ayuntamiento.
Nueva etapa
La rehabilitación del Centro Cultural Torrente Ballester coincide con el inicio de una nueva etapa, en la que uno de los buques insignia, junto al Jofre, es precisamente el Torrente. Un centro que de la mano de su ahora máxima responsable, Susana Cendán, se dispone a poner en marcha una línea de trabajo destinada a recuperar el lugar que ocupó durante años como espacio de referencia para las artes plásticas de Galicia.
El hoy Centro Torrente Ballester -su denominada parte noble - se alzó, entre los años 1779 y 1792, de la mano del ingeniero ilustrado y militar Dionisio Sánchez de Aguilera, que además ostentaba el cargo de hermano mayor de la Congregación del Santo Hospital de Caridad.
El propio rey Carlos III contribuyó personalmente al proyecto, con un donativo destinado a lograr que la entonces recién creada población ilustrada de Ferrol contase con un centro sanitario acorde con sus necesidades y capaz de auxiliar también a quienes carecían de recursos. Posteriormente, también su sucesor, Carlos IV, realizaría un donativo a título personal, que resultaría decisivo a la hora de permitir concluir las obras. El traslado de los enfermos a las nuevas instalaciones tuvo lugar en el año 1786, cuando el complejo sanitario no estaba todavía terminado.
El edificio continuó siendo sede del Hospital de Caridad hasta los años setenta del pasado siglo, cuando entró en funcionamiento en el barrio de Caranza el nuevo centro sanitario de la Congregación, el hoy denominado Hospital General Juan Cardona. Cuando en el siglo XVIII se construyó el edificio principal diseñado por Dionisio Sánchez de Aguilera -que también se encargó del diseño de la capilla anexa, ahora utilizada como auditorio y actualmente también de propiedad municipal-, el solar sobre el que se asienta estaba un tanto distanciado del núcleo principal de la población dieciochesca, si bien no se encontraba ubicado fuera del recinto amurallado, sino en su interior.
La zona noble del inmueble, unida a la ampliación a la que fue sometido a dos siglos después de su construcción -cuando ya estaba destinado a fines culturales- permite al Centro Torrente Ballester superar los 2.000 metros cuadrados de superficie de exposición.