El hijo del guerrillero proscrito

Francisco Varela

FERROL

Manuel, ahora con 62 años, visita por primer vez el lugar donde tendieron la emboscada a su padre, el fin de año de 1954

01 may 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Manuel Alberto Martínez Romero, hijo del guerrillero Pancho abatido por la Guardia Civil en Ombre, Pontedeume, el día de fin de año de 1954, acudió esta semana por primera vez -tiene 62 años- al lugar donde le tendieron la emboscada y mataron. Allí recordó lo que le había oído contar a su madre, que Pancho buscó la muerte, cansado de huir. «Sí, porque en lugar de meterse entre unos árboles y escapar como hizo muchas veces, se tiró a correr a campo abierto; estaba cojo de un balazo que le habían dado meses atrás». La vida del célebre guerrillero, al que hoy a las seis de la tarde se le rinde homenaje en el cementerio parroquial de Mehá, donde reposan sus restos, es bien conocida, pero no así la tragedia vivida por sus hijos.

Manuel tenía 7 años, una hermana mayor, Mari Carmen, y uno pequeño que heredó el mismo nombre que su padre, Pancho. «A mi madre la mandaron desterrada a Valladolid, a mi hermana al País Vasco, y a nosotros dos a un hospicio que estaba en el Pazo de Mariñán, recuerdo todo perfectamente», dice Manuel. El cura de Mugardos los llevó en una moto, a los dos niños, diciéndoles que los llevaba a un sitio muy bonito: «¿Bonito?, estabamos más de cien niños, algunos inválidos y nos daban leña a todos».

Gervasia era la monja que mandaba. «Nos despertaba a las cinco o seis de la mañana para rezar, por cualquier cosa nos ponía de rodillas a todos en el patio durante horas; ella sentada delante calcetando, y si uno se movía le arreaba una vareada: yo quedé traumatizado, sí, tiempo después me di cuenta que mi carácter viene de aquellos años». Manuel se emociona cuando habla de su hermana Mari Carmen porque legalmente tendrían que haber estado en el hospicio hasta cumplir los 16 años, pero ella -«no sé como lo hizo, de verdad»- logró volver del País Vasco, con poco más de 16 años, y mover Roma con Santiago para que solo algo más un año después de entrar en Mariñán los dejasen salir a su cargo. Antes, consiguió en varias ocasiones que a Manuel y Pancho les diesen permiso para salir un día del orfanato y los tres hermanos poder visitar a su madre en la cárcel de A Coruña. «Era una fiesta de verdad para nosotros porque comíamos con ella un arroz que les hacían en el penal los días del patrón de prisiones, un arroz que hoy sería incomible, pero comparado con lo que nos daban en Mariñán era la gloria». Mari Carmen falleció luego, con la vida de los tres ya normalizada, con solo 41 años. Manuel aguanta las lágrimas al contarlo.

Mariñán era un orfanato que poco se diferenciaba, en aquellos años, al que aparece en la película El Orfanato , de Juan Antonio Bayona. «Nos lavaban a todos en la misma agua, y nos metían la cabeza bajo el agua sucia realmente no sé para qué».

El exilio que no llegó

Manuel Alberto creció con su hermana. A los 18 años se fue de soldador a Alemania y luego recorrió medio mundo como trabajador de montaje de plataformas petrolíferas. Su padre Pancho había sido carpintero de gradas de Bazán, comunista clandestino hasta 1948 en que, al ser descubierto, se echó al monte. Los historiadores sostienen ahora que fue de los que se negaron a huir al exilio, cuando el Partido Comunista decidió dejar la lucha armada, en los primeros 50 del pasado siglo, replegar a todos los guerrilleros a Francia.

No solo él sufrió la represión: Florentino, cuñado de Pancho, asesinado en Ferrol. Otro cuñado, Juan Romero Rilo, 20 años preso en burgos. Su suegra, encarcelada en A Coruña.

Hoy se les recuerda a todos ellos en el cementerio, coincidiendo con la fiesta del 1º de Mayo.