Recuerdos de tres buques insignia de la empresa local

B. Antón

FERROL

Un nuevo estudio analiza la historia de La América, Hispania y Galicia Textil

31 mar 2009 . Actualizado a las 11:06 h.

Son todos los que están, pero no están todos los que son. Esto es lo primero que quiere dejar claro el profesor Luis Alonso Álvarez, coordinador y director de la obra Construyendo Galicia. La trayectoria de los emprendedores coruñeses en perspectiva histórica, 1707-2006 , un magno trabajo de investigación que analiza la historia de 25 proyectos que dejaron huella en el nacimiento y consolidación de la empresa moderna en la provincia. «Hubo más, claro está, pero había que elegir; al hacer la selección intentamos que hubiera firmas de todos los sectores, de diferentes comarcas y también que estuvieran presentes las menos conocidas», explica el catedrático de Historia Económica de las Instituciones de la Universidade da Coruña (UDC).

Entre esas 25 firmas que se recogen en los dos volúmenes del trabajo -que fue encargado por la Confederación de Empresarios de A Coruña al Grupo de Estudios de Historia de la Empresa de la UDC-, el lector se puede topar con tres proyectos que vieron la luz en la comarca: La América de Pontedeume; La Galicia Industrial y la imprenta de Francisco Barcón, en Xuvia; y la fábrica de lápices Hispania, en Ferrol.

Si bien no fueron «gigantes industriales» -porque, en aquellos tiempos, tan solo tenían esa condición las grandes fábricas de Estados Unidos-, el profesor Luis Alonso Álvarez asegura que estos tres proyectos ocuparon un lugar más que destacado en el tejido empresarial de la Galicia de su tiempo.

Curiosidades

Además de analizar la génesis y el desarrollo de estos negocios, el trabajo desvela algunos de sus aspectos menos conocidos. Y también muchas curiosidades. Por ejemplo, la obra cuenta que, en sus orígenes, La América de Pontedeume -creada por los hermanos Vicente, Ramón y Agustín Tenreiro en 1864- no se concibió como un negocio en toda regla, sino como una forma de dar apoyo y seguridad a Dolores Tenreiro, hermana de los fundadores. El marido de esta, Rodrigo Pardo, dirigió la fábrica de curtidos durante varios años, llevándola a su apogeo en la década de 1880.

Según recoge el estudio, el producto preferente de la tenería eran las suelas de zapato, fabricadas a partir de piel de vacuno, que se vendían sobre todo en Madrid y Valencia. Alonso destaca que fue una empresa «tecnológicamente muy avanzada, sobre todo en el aspecto energético», lo que no evitó, sin embargo, que entrase en decadencia cuando la industria del calzado se deslocalizó, desplazándose hacia el arco mediterráneo.

Para Alonso, otro de los casos más sorprendentes de los 25 que recoge el estudio es el de la fábrica Hispania de Ferrol, cuyo principal impulsor, Alberto Fernández Martín, la fundó en el año 1934 junto a otros seis socios: José Andrés Vázquez, Benito Alvariño, Eusebio Pérez del Hierro, Esteban Ramil, Antonio Veiga y Luis de la Muela. «En la época de la posguerra, Hispania consiguió hacer unos lápices de una calidad impresionante, muy superiores a los que se hacían en el resto de España», recalca Luis Alonso Álvarez. La empresa también fabricaba plumillas de acero y peines de caucho, pero, sin duda, su producto estrella eran los lápices Johan Sindel, que tomaron su nombre de un técnico alemán que fue reclutado por Fernández como jefe de taller en los años 30.

Y, junto a Hispania y La América, el libro también detiene su mirada en La Galicia Industrial (hoy Galicia Textil), una de las grandes supervivientes del «naufragio» del sector textil gallego. La fábrica fue fundada por Francisco Barcón y Quevedo, uno de los grandes «pioneros» de la empresa moderna en Ferrol, según Alonso Álvarez.