Una celebración entre pañales

FERROL

Los tiempos cambian y, con ellos, la forma en la que los hombres asumen la paternidad; Rodolfo y Carlos, padres de dos recién nacidos, son un buen ejemplo

19 mar 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Los números revelan que la balanza sigue inclinada. Mientras las mujeres españolas dedican más de 500 horas al año al cuidado de sus hijos, en el caso de los hombres la cifra no llega a las 160. Sin embargo, los tiempos están cambiando y cada vez hay más padres que se involucran en la crianza de la prole. Son hombres que quieren cambiar pañales, dar biberones y también -por qué no decirlo- dar besos y mimos a los niños.

Rodolfo Martínez -ferrolano, 39 años- aspira a militar en las filas de este último grupo desde ya. Todavía está asimilando que se acaba de estrenar como padre -su hijo Jorge nació el pasado lunes, «a las tres menos veinte», precisa con una sonrisa-, pero él ya tiene claro que, de ahora en adelante, deberá arrimar el hombro tanto como su mujer.

Mientras disfruta de las primeras horas de vida de su pequeño retoño, muy cerca de él -en otra de las habitaciones de la tercera planta del Hospital Arquitecto Marcide-, Carlos Iglesias cuida de que a su pequeña recién nacida no le falte de nada. Daniela vino al mundo el pasado domingo, y con su llegada, él y su mujer le han dado una hermanita a su otra hija, Cristina, de dos años y medio.

Para Carlos, el hombre debe asumir su paternidad desde el mismo momento del alumbramiento: «Estar presentes en el parto es muy importante y no solo porque sea una experiencia increíble, sino también porque, al fin y al cabo, el hijo es de los dos, ¿no?». Rodolfo asiente con la cabeza y pone la puntilla: «Hace años, a los hombres se nos excluía de los partos, se daba por sentando que no pintábamos nada allí y eso no es para nada así; estar presente en el momento del nacimiento supone un gran apoyo para la pareja».

Reparto de tareas

Tanto el uno como el otro consideran que el reparto de responsabilidades debe ser simétrico entre el hombre y la mujer. Carlos explica que desde que nació su primera hija hace «de todo». Y no porque nadie se lo exija, sino porque le sale de «forma natural». «Y porque lo quiero hacer», añade rotundo.

Este naronés -que se gana las habichuelas como electricista- cuenta que su mujer decidió dejar de trabajar para dedicarse en cuerpo y alma a sus hijas. Y cuando se le pregunta si él estaría dispuesto a hacer lo mismo, no tarda ni un segundo en responder. «Puede que luego me arrepintiese, pero en principio no me importaría nada quedarme en casa para cuidar de mis hijas», asegura convencido.

Rodolfo todavía no ha experimentado lo que es el día a día con un niño pequeño en casa, pero espera dar la talla: «Es que un hijo es cosa de dos, tanto para lo bueno como para lo malo, así que a partir de ahora voy a estar al pie del cañón», afirma. De hecho, en la actualidad no está trabajando, así que gran parte de los cuidados de Jorge recaerán en sus manos: «Tenía un negocio de hostelería, pero lo he dejado para preparar una oposición y estar con el niño», explica este ilusionado padre primerizo.

Mirando a su alrededor, Carlos y Rodolfo creen que los hombres están asumiendo con total normalidad sus nuevos roles como padres. «Yo tengo muchos amigos con niños y lo que veo es que todos se involucran al cien por cien y que lo hacen de forma natural», advierte el primero. «Tal vez no todos los padres estén concienciados, pero lo que yo veo es que cada vez hay más hombres que quieren pasar más tiempo con sus niños», dice el segundo.

Entonces, ¿de verdad no ven ninguna diferencia entre madres y padres? «Bueno, tal vez haya algo -advierte Rodolfo- y es que creo que las mujeres son más sufridas; dejan de pensar en ellas mismas con más facilidad». «Eso es cierto -apunta Carlos- y, de hecho, a la hora de verdad, los niños siempre van a los brazos de la madre».

Llega la hora de la despedida y solo queda una pregunta por hacer: ¿Cómo pasarán hoy el día del padre? «Para mí lo del 'Día de' no tiene importancia; lo realmente importante es que tengo otra hija», dice Carlos feliz. Y Rodolfo, que todavía no ha asimilado que esta celebración también va con él, se sonríe al contestar: «De momento, lo único que espero es que expulse los gases, pero dentro de unos años qué menos que me invite a comer, ¿no?».