Los padres del arte ruso que Stalin quiso liquidar

FERROL

Caixa Galicia reúne 46 obras de artistas que pintaron la Rusia de inicios del XX

09 feb 2009 . Actualizado a las 13:51 h.

La Fundación Caixa Galicia reúne estos días una serie de obras que preludian el estallido de la vanguardia artística de la Rusia revolucionaria y ansiosa de modernizarse del primer tercio del siglo XX. Son 46 cuadros de artistas entre los que se cuentan nombres claves de la pintura contemporánea, como Kandinsky o Malevich, y entre los que figuran pioneras como Goncharova o Rozanova, artistas arriesgadas en una Rusia y una Europa en las que el arte, y casi todo lo demás, era dominio exclusivo de los hombres.

La exposición cuenta con un gran acierto: incluye las piezas de la artesanía tradicional rusa de las que indudablemente beben esos artistas, cansados de un orden social heredado de sujetos medievales siniestros, como Iván El Terrible , que intentarían transformar el futuro con el objetivo de hacer más felices a los sufridos habitantes de Rusia.

El nombre de la exposición Orixes da vangarda rusa , está bien puesto. Se insinúa la explosión de color y creatividad que Vasili Kandinsky va a aportar al mundo del arte. También se adivina, en la mirada de Pantocrátor del autorretrato de Malevich de 1910, que su búsqueda del absoluto no va a quedarse solo en el hieratismo de su expresión. Al contrario, el maestro ruso inició un camino sin retorno en pos de la forma geométrica más pura, un sendero que le llevará en la década de los veinte a la nada, a su Cuadrado negro sobre fondo blanco y al definitivo Cuadrado blanco ; también sobre fondo blanco. Malevich alcanza en esa obra la forma suprema que ha buscado tanto tiempo, la pureza absoluta de un vacío prácticamente absoluto.

En la Fábrica de Natalia Goncharova, una obra basada en el arte de los Futuristas italianos, muchos de ellos próximos al Fascismo, se entrevé, como en Cuatro Ases de Rozanova, lo que va a ser el arte de la revolución rusa, caracterizada por el elogio del obrero y su mundo, con obras que ensalzan la Petrocomuna y la nacionalización de la agricultura. Un arte que, con extrema elegancia, redujo los ataques del Ejército Rojo contra los contrarrevolucionarios a formas geométricas limpias. Unas expresiones artísticas que surgieron en medio de las ofensivas militares y de las campañas para alfabetizar un pueblo iletrado, pero que también convivieron con el terror rojo y los primeros gulags, que cohabitaron con el todavía germinal totalitarismo estalinista, que acabará por desarrollarse y aplastar los sueños de esos artistas de dar un arte nuevo a un hombre nuevo, libre y emancipado.

El aplastamiento de la vanguardia será literal, Stalin despreciaba las geometrías arriesgadas de Rozanova, Larionov, Goncharova... A Stalin le gustaba el arte realista, como a su funesto contemporáneo alemán, e inauguró el Realismo Socialista, bastante menos novedoso y revolucionario que el de los, por entonces ya olvidados en su país, vanguardistas rusos.