«El león de Canido» regresa a Ferrol

FERROL

Pasó más de 20 años en el OAR y ha vivido 40 ligas consecutivas «sin parar»; ahora vive fuera de las canchas, pero Loureiro ya anuncia que volverá, «y con más energía»

23 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Hubo un tiempo en el que los jugadores del OAR coreaban el Arroz con chícharos como grito guerra, y en el que las gradas de A Malata se llenaban hasta la bandera para disfrutar del espectáculo que ofrecían Maseda, Saldaña, Tosi, Aldrey, Manolito Aller, Lavodrama y tantos otros. Esos tiempos están grabados a fuego en la memoria de Miguel Loureiro, que sonríe -y se emociona- al recordarlos.

La cita discurre una tarde de otoño, en una cafetería de la plaza de Amboage, a muy pocos metros de la casa donde transcurrieron los primeros años de vida de este ex jugador y ex entrenador del OAR, un club al que estuvo vinculado durante 23 años. «Yo nací en la calle Magdalena, pero los aficionados me apodaban el león de Canido , porque cuando empecé a jugar en el equipo ya hacía mucho que vivía en las casas de la marina de ese barrio», explica Loureiro echando la vista atrás.

Con sus 189 centímetros de estatura, este león ya maduro, que ahora va camino de los 53, sigue imponiendo. Pero fuera de las canchas la fiera se amansa. Y se muestra cercano. Amable. Encantador. Frente a un refresco, Loureiro cuenta que, después de pasarse casi diez años fuera de su tierra (los dos últimos como director deportivo del Club Baloncesto Vegadeo, de Asturias), ha decidido regresar a Ferrol. A su casa. Para cuidar a sus mayores. Y por eso ha recuperado su antiguo oficio, el de contable, y se ha puesto a trabajar en la empresa Hijos Juan de Fraga, en Valdoviño. Pero las canchas de baloncesto son como un imán para Loureiro, y por eso se apresura a dejar claro que quiere volver a ellas. Y que lo hará «lo antes posible».

Mientras ese momento no llega, el ferrolano disfruta de un paréntesis en su dilatada trayectoria deportiva. Lleva 40 ligas consecutivas sin parar -bien como jugador bien como entrenador- y ahora le parece rarísimo pasar un fin de semana entero sin estar pendiente de un partido. De un resultado en el marcador.

Porque Loureiro se ha pasado la mayor parte de su vida con un balón entre sus manos. Comenzó a jugar a los doce años, y aunque el fútbol fue siempre «el amor» de su vida -de hecho, militó en las filas juveniles del Racing-, al final se casó con el baloncesto.

Tras pasar por el Dafonte y el club San Rosendo, que fundó a los 15 años con otros chavales, Miguel Loureiro ingresó en el Tirso, donde permaneció un año. «Teníamos un equipazo y le dábamos unas palizas tremendas al OAR», cuenta con un hilo de orgullo en la voz.

Pero su principal contrincante por aquella época consiguió engatusarlo. «Al principio no quería pasarme al OAR, pero Juan Fernández fichó a Figueroa como entrenador y me convenció», relata el técnico. Lo que no sabía entonces el deportista es que aquella historia de amor con el equipo ferrolano se prolongaría a lo largo de 23 temporadas, de las cuales las siete últimas las vivió desde el banquillo, como entrenador.

De todo ese tiempo, el león de Canido (o Canido a secas), recuerda con especial cariño tres partidos. El primero de ellos fue el último encuentro de la liga 79-80, en el que el OAR consiguió ascender a lo más alto del basket español, a la primera división nacional. Todo un hito en el deporte ferrolano. «Jugábamos contra el Askatuak de San Sebastián, y a pocos minutos del final, todavía no teníamos asegurada la victoria... Pero al final lo conseguimos y fue algo memorable», recuerda Loureiro emocionado. Tras el triunfo, los jugadores, en honor a su grito de guerra, comieron «arroz con chícharos, patacas novas, repolos de Betanzos e máis cebolas», en un banquete que fue «argallado» por el entonces entrenador físico del OAR, José Luis Torrado El Brujo , que era un «gran agitador de las masas», según recuerda Loureiro.

Su corazón también palpita con más fuerza al rememorar el partido con el que se estrenó como jugador de primera división. «Fue en un partido contra el Estudiantes, en el que por aquel entonces jugaba Fernando Martín, que debutó al mismo tiempo que yo».

Y otro partido imborrable fue el primero que disputó de forma oficial contra el Real Madrid. Recuerda la fecha exacta -se jugó el 21 de febrero de 1981- y la paliza que les dieron los del OAR a Corbalán, Romay y compañía quedó grabada para siempre en los recuerdos de la afición ferrolana. Para Miguel Loureiro, además, fue la guinda de una «semana redonda», porque pocos días antes había nacido su hija Alba.

Buenos recuerdos

Ahora, echando la vista atrás, el entrenador solo guarda buenos recuerdos de aquella época. «Es cierto que era muy sacrificado, porque tenía que trabajar y entrenar al mismo tiempo, pero la gente nos apoyaba muchísimo; por aquel entonces, el baloncesto se vivía de forma muy intensa en Ferrol», relata Miguel. Después llegaron otros momentos memorables para el club -varias copas Korac, el Mundial del 86, la Copa del Rey- y el debut de Loureiro como entrenador del OAR, donde llevó las riendas del equipo del 93 al 99.

El destino quiso más tarde que Loureiro pasase los siguientes años de su vida entre escuelas y clubes de Asturias y Lugo. Pero ahora, ese mismo destino ha devuelto al león de Canido a Ferrol. Y muchos desean que ruja de nuevo.