Un navegante de Portonovo viajó a Groenlandia en solitario a bordo de un velero de ocho metros de eslora

Nino Soto

FERROL

09 jul 2008 . Actualizado a las 02:45 h.

Cinco meses y nueve mil kilómetros después, el navegante de Portonovo Suso Leiro pisó ayer tierra en Sanxenxo tras atracar su velero de ocho metros de eslora, con el que viajó en solitario a Groenlandia para alcanzar el Círculo Polar Ártico. Sus amigos del puerto deportivo le habían preparado una sorpresa. Recibieron al lobo de mar en la boca de la ría de Pontevedra al son de la música de la banda de gaiteiros Savia Nova dos Terribles. El aventurero no pudo resistirse y bailó una muiñeira a bordo de su embarcación, Finesse Portonovo, con la playa de Silgar al fondo. «Agora xa se acabou. Non saio máis. Este foi o derradeiro», decía mientras abrazaba a su mujer, hijos y nietos.

Sus familiares y amigos le respondieron: «Benvido a casa», destacando el espíritu aventurero del hombre que pronto cumplirá 64 años. Su travesía comenzó un día de febrero cuando zarpó destino Irlanda, aunque un fuerte temporal le obligó a pasar unos días en A Coruña. Luego arribó a las islas Hébridas, las Feroe, Islandia y Groenlandia, donde clavó en la nieve una señal que indica la distancia y dirección a Sanxenxo: 4.566 kilómetros. Para el navegante, el tramo más difícil de la odisea fue Islandia-Groenlandia. «Foi duro estar rodeado de xeo. Case me rindo, case pido auxilio. Quedei sen gasoil. Déixaste ir, e pensas que vas morrer», relata, para explicar que una placa solar y un generador eólico, instalados en la popa del velero, le proporcionaron energía para operar su GPS y el teléfono, con el que se comunicaba a diario con su familia. Lo peor fue el trato de la policía de Groenlandia, que lo retuvo durante horas e incluso llegó a pensar que Suso era un espía estadounidense.