Cristina Montero García (Ferrol, 1978) mantiene una vida íntimamente ligada a las artes escénicas. Aunque se inició con el ballet clásico, poco a poco ha ido explorando otros terrenos hasta llegar a dar clases de danza aplicada al arte dramático en la escuela de teatro de Narón, perteneciente al Padroado de Cultura, desde hace cinco ejercicios. Este año, además, coordina el colectivo junto con Luis Ramos, y acaba de debutar como actriz en un obra con un corte muy innovador.
-¿A qué edad comenzó en el mundo del ballet clásico?
-A los 9 años, en Ferrol. La verdad es que me gustó muchísimo y estuve hasta los 19 de lleno en este terreno. Pero la danza clásica es muy estricta y exige reunir toda una serie de condiciones. Y yo ya no me sentía demasiado cómoda con esa rigidez.
-¿Y cómo fue el paso a la danza contemporánea?
-Con Armando Martén, en A Coruña. De repente me dí cuenta de que con esta especialidad podía expresar todo lo que quería decir sobre el escenario y continué profundizando.
-¿Cómo definiría la materia que usted imparte, la danza aplicada al teatro?
-Se trata de expresar lo que dice un texto con el cuerpo. Es algo muy interesante y que aporta mucho. Ya no solo por si los actores necesitan en un momento determinado hacer una coreografía en una obra, sino también porque contribuye de forma decisiva a coordinar mente y cuerpo, algo que considero imprescindible en cualquier representación teatral.
-Además de todo lo relacionado con la danza, ha debutado usted como actriz de manera reciente.
-Sí, con la compañía 40 pasos de Narón, bajo la dirección de José Luis Prieto. Estrenamos a finales de enero la pieza O ridículo desamor dun home máis ou menos normal . Creo que es un espectáculo muy bueno, muy contemporáneo, en el que se fusiona de una manera muy adecuada la música con el teatro físico...
-¿Cuándo será la próxima representación de esta obra?
-Está previsto que el próximo día 8 de marzo estemos en Oleiros. Esperamos que vaya bien.