Vilagarcía reinventa el arte efímero con un concurso de dibujo sobre servilletas

FERROL

20 feb 2008 . Actualizado a las 10:07 h.

Pessoa las utilizó para trazar una parte de sus poemas. El propio Laxeiro dibujó en ellas. Hasta hace un suspiro, servían como soporte de los versos elegíacos que los amigos dedicaban al compañero finado. Otra costumbre de la llamada Galicia tradicional que el tiempo borra sin dejar poso, como si nunca hubiese existido. Diputados siempre aburridos, conferenciantes asediados por el tedio, mil y un usuarios de telefonía móvil y fija, funcionarios, oficinistas, incondicionales de cafés y tabernas. Quién no ha llenado alguna vez de tinta un papel cualquiera, una servilleta.

El Concello de Vilagarcía, junto a la compañía de servicios culturales Mr. Misto y Gadis, que también echa una mano, se ha propuesto aprovechar parte de esa enciclopedia cotidiana de los pensamientos distraídos que son las servilletas de bar. La idea consiste en un concurso sin más restricciones que las que impone el efímero material de base. Quien quiera probar fortuna puede depositar sus diseños en los doce establecimientos y los seis espacios públicos que colaboran.

A partir del 25 de marzo, los bocetos serán sometidos a general escrutinio en la web municipal (www.vilagarcia.es) para culminar con la entrega de premios. «Unha cea para ti con quen queiras», reza el buzón instalado en un céntrico café vilagarciano. «Si gano me llevo a toda mi clase», promete un chaval, que metería en apuros a la organización porque el ágape, en realidad, es cosa de dos.

Xoán Mariño, responsable de Mr. Misto, impulsa el experimento: «Tratábase de facer algo na liña da cultura participativa, implicando ao bar como espazo-obradoiro; a resposta está sendo curiosa». Alguna taberna ha agotado ya los sobres de presentación. Ignacio Salorio conoce el formato; hace años acuñó en el pub Santa Bárbara, en Madrid, una colección de posavasos. Mamen Roa, pintora e ilustradora, dibuja en una mesa. El certamen le sabe a Lautrec y Castelao. También a un higiénico «baño de humildad» para el artista subidito. Servilletas, también, para el ego.